Las costas de Apulia: las mil caras de un mar que enamora

El Gargano: un extraordinario balcón sobre una región que, entre naturaleza e historia, llena los ojos del viajero. Ya aquí, en el norte de Apulia, se capta toda la variedad de lugares donde la tierra y el agua se unen de forma espectacular hasta los confines de la península. Las rocas escénicas que descienden al mar desde el "espolón de Italia" parecen abrir de par en par las puertas de un paisaje épico que ha marcado los mitos del sur, el conocimiento y el sentimiento mediterráneo. Desde los fondos marinos multicolores de las Tremiti y el litoral con sus "trabucchi" que se adentran en el mar, aparece el verde intenso de la Bosque de la Umbra, que se puede descubrir a pie, en bicicleta o a caballo, y las joyas naturales conservadas en el Parque Nacional del Gargano. Y luego el campo de la tierra de los Dauni, que se extiende en el paisaje de Tavoliere, cuyo nombre ya habla de horizontes lejanos, de un largo y paciente trabajo en el campo, de recuerdos y tradiciones ligados a la tierra.

Aquí, los pueblos y los mitos de Grecia dieron forma a importantes ciudades y a una próspera civilización que, a lo largo de milenios, parece sublimarse en los preciosos hallazgos dispersos, creando un extraordinario tesoro de memorias y cultura. Una sublimación que también se expresa en las tradiciones arcaicas, en los paisajes de viñedos, olivares y masías, en los pueblos antiguos, en los castillos y catedrales románicas, y en los talleres artesanales, como los de cerámica. Quedará fascinado por las tierras de la Murge, que recorrerá por los senderos del Parque Nacional de la Alta Murgia o a caballo por el sendero de los trulli, para admirar la singularidad del paisaje de esta meseta y llegar después a las playas del mar Jónico; el puerto de Gallipoli con sus barcos de pesca que parecen contar historias de todos los mares del mundo; las fascinantes cicatrices geológicas de las gravinas, los mayores cañones de Europa, donde nació la civilización rupestre. Y luego los tesoros de la Magna Grecia: el museo de Tarento contiene tantos y tan hermosos que casi se puede tocar la esencia de una cultura refinada y compleja, cuya belleza se expresa plenamente aquí.

L’Imperatore Federico II di Svevia, considerato “figlio della Puglia”, ha lasciato segni straordinari, tra i più profondi e avvincenti della storia medievale e della cultura italiana. Avevano riconosciuto le sue doti “universali” già i contemporanei che definivano Stupor Mundi: a lui devono tanto la giurisprudenza, l’economia, gli studi costruiti sulla sapienza maturata tra Occidente e Oriente, la poesia e la letteratura, le arti. Nell’architettura si trovano espressioni chiare della visione raffinata di Federico II: gli innumerevoli edifici sparsi nell’Italia meridionale, i 111 castelli tra Puglia e Basilicata, legati alla sua opera di edificazione e rinnovamento. Il suo capolavoro, Castel del Monte nei pressi di Andria, sembra ancora chiederci di riflettere sulla forma perfetta che l’uomo può dare a cose e spazi. Chi dalle assolate campagne si avvicina all’edificio, Patrimonio dell’Umanità, non può non pensare a quell’uomo che sapeva volare alto, come forse gli avevano insegnato i suoi adorati falchi. Oltre al misterioso ottagono di pietra, della “Puglia imperiale” vi stupiranno le città d’arte, i castelli e le cattedrali, come quella di Trani che sembra emergere dal mare. Anche la natura vi riempirà di meraviglia: visitate le antiche terme di Margherita di Savoia e le saline, rifugio di splendidi fenicotteri rosa, o vivete rilassanti esperienze di trekking e bici nella Valle dell’Ofanto.

El Salento es hermoso, con una belleza que ha permanecido durante mucho tiempo casi oculta y que por eso mismo es capaz de cautivar a todo el mundo. Es intenso, tanto en los paisajes del campo como en los del mar, por su herencia milenaria de cultura e identidad local, por sus tradiciones más arcaicas que se han convertido en expresiones de lo contemporáneo. Tierras y playas de gran carácter, acontecimientos de extraordinaria implicación: ya sean las vistas del Adriático de Otranto o las del Jónico de Portoselvaggio, las espectaculares rocas y cuevas marinas de Castro Marina y Santa Maria di Leuca, los espléndidos caseríos entre olivos y muros de piedra seca a la brillante luz de la campiña, los perfectos bordados arquitectónicos y los patios de la Lecce barroca, la refinada y generosa cocina, todo hace del Salento una tierra que parece hecha para sorprender con su "personalidad". 

La Murgia de los  Trulli sorprende por su singular belleza. Los trulli, con su apacible brotar entre campos y olivos centenarios, su forma natural y artística de reunirse en estructuras compuestas, hasta convertir pueblos enteros en lugares de ensueño, hablan de una civilización local que ha expresado en sus casas una identidad original y refinada. El misterio de su origen permanece; tal vez se pueda entender algo de sus formas pensando en una inspiración colectiva, fruto de la experiencia y de un gusto particular por construir y vivir, o en una capacidad de ser fuerte en la propia identidad pero abierta a la asonancia con "otras" formas y culturas, que huelen a Oriente. El resultado: una arquitectura y un estilo de vida únicos, un ejemplo único de civilización. El blanco de estas líneas auténticas, de pueblos intemporales como Locorotondo, Alberobello y Ostuni, hace aún más intenso el azul de un mar transparente que se baña en playas encantadoras, como la de las dunas de Torre Guaceto, donde se puede bucear en la naturaleza salvaje del área marina protegida del mismo nombre.