Viaje a través de las colinas del Chianti
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La zona de Chianti incluye las colinas entre Florencia y Siena, entre Arezzo y las Colinas Pisanas, considerada desde siempre como “el corazón de Toscana”, comprende una sucesión de espléndidos paisajes seminados de viñedos, bosques de castaños y encinas, sugerentes pueblos medievales, románticos castillos y fascinantes palacios coloniales. Por si eso no fuese bastase es además la tierra en la cual se produce uno de los mejores vinos tintos del mundo: el Chianti.
La zona del Chianti es el lugar ideal para descubrir rutas que atraviesan enclaves medievales, espléndidos campos de viñas e infinitas vistas panorámicas de suaves y doradas colinas. Es posible adentrarse en las numerosas bodegas, castillos y cultivos y degustar el apreciado vino.
Destaca por sus orígenes, ricos de historias legendarias, y por su tradición vinícola la zona del Clante (en la época etrusca era el nombre de un torrente) famosa en todo el mundo.
LLegando desde Florencia la forma de acceso mas común hacia esta tierra de vinos es Impruneta, rica de monumentos como la torre-campanario almenada del siglo XIII o la Basílica de Santa María con el Museo del Tesoro anexo. En este entorno se puede disfrutar de dos eventos de repercusión internacional: La Feria de San Luca, y la Fiesta de la Uva, con el tradiconal desfile de carrozas alegóricas. Ambas durante el otoño.
Dejando atrás Florencia en dirección a Siena, se recomienda hacer una parada en la vieja localidad medieval de Greve en Chianti, dotada de una particular plaza triangular, donde sus edificios y logias circundantes nos conducirán inevitablemente a la Iglesia de la Santa Croce.
Justamente en esta plaza se desarrolla en septiembre la muestra vinícola más importante de todo Chianti. Un breve paseo nos ofrece la posibilidad de visitar en la parte alta de la ciudad el Castillo de Montefioralle, remanente del antiguo asentamiento fortificado.
Prosiguiendo nos encontraremos con Volpaia, un pintoresco pueblecito medieval surgido alrededor del castillo, además de tradicional centro de producción vinícola.
A poca distancia se encuentra Radda, aquí podemos visitar la Iglesia de San Nicoló erigida durante el siglo XIV y el majestuoso Palacio Pretorio (1415 aprox.). Cerca surge la parroquia de San Justo en Salcio, situada en una lujosa cuenca entre viñedos, y la parroquia de Santa Maria Novella, con su característica fachada románica. Nada mas salir de Radda otra etapa obligatoria es la Casa Chianti Clásico y el Centro de Estudios Chiantigiano.
El viaje continúa a través de los montes del Chianti, donde surge uno de los panoramas mas emblemáticos de toda Italia, se trata de Gaiole y precede a toda una serie de cultivos y castillos como el de San Leonino y Fonterutoli.
Superada la ciudad sienese, de particular valor histórico son los lugares de Monteriggione (XIII), construido sobre una colina y dotado de una imponente muralla, y Castellina, fortín sienés de origen etrusco con la bella plaza central atravesada por la medieval Via delle Volte.
Para finalizar, una parada en la esplédida Poggibonsi donde en octubre se lleva a cabo un evento en el que se recupera la antigua técnica de aplastar la uva típica de estas zonas, y en Montespertoli para la anual exposición del Chianti.
Los Chianti como DOCG (Denominación de Origen Controlada y Garantizada) son de una gran variedad debido a sus particulares características definidas por el territorio y métodos de producción.
Con una misma uva y cambiando los procentajes surgen los principales nombres: San Giovese (75-90%), Canaiolo (5-10%) y Malvasia de Chianti (5-10%), la composición perfecta descubierta en el siglo XIX por el Baron Ricasoli, a la cual más adelante se ha añadido il Trebbiano Toscano.
La tradición está tan arraigada que los productores toscanos plantan juntas las cepas de las distintas uvas, ya en la proporción adecuada que se utilizará para elaborar el vino.
El cultivo, al estilo del "archetto" toscano, debe mucho al suelo de marga, que, poroso y permeable, no permite la acumulación de agua cerca de las raíces.
Es característico que después de la vendimia todavía son apreciables viñedos con racimos aparentemente olvidados en la planta, en realidad se trata de la usanza del “gobierno”, transmitida a través de los siglos, que consiste en añadir mosto de uva fresca al vino fermentado, provocando una segunda fermentación, de modo que los azúcares se transforman completamente en alcohol, para obtener, de este modo, un vino particularmente seco y estable.
Después de la fermentación, el vino sigue madurando hasta marzo en barricas de acero o cemento y, una vez embotellado, estará listo para el mercado. El vino Chianti, solamente después de haber sido sometido a un envejecimiento de varios años, de los cuales al menos tres meses en botella, puede acceder a la calificación de Reserva siempre que, en el momento de la admisión al consumo, tenga un título volumétrico total mínimo del 12%, frente aL 11,5% del Chianti clasico.
El color es rojo rubí encendido, el perfume es intenso con predominio de violeta , iris y vainilla, mientras que el sabor es armónico y seco con reminiscencias de vainilla y almendras; con la edad se convierte en suave y aterciopelado. Producción anual: alrededor de 63 millones de botellas. El Chianti joven y todas las DOCG simples son perfectos para la comida; los envejecidos y los Reserva con carnes rojas, caza y quesos picantes. Las botellas se conserva en horizontal y se sirven a temperatura ambiente. Entre los platos característicos de la cocina toscana destaca la ribollita, cuyos ingredientes principales son las verduras cocidas que ha sobrado de dias precedentes cocidas todas juntas, con pan duro y aliñadas con aceite extravírgen de oliva.Otro clásico de la zona son los entrantes como los crostini de hígado de pollo, la bruscheta con tomate y el capacollo sienés, más comunmente conocido como finocchiata.