Polignano a Mare, acantilados blancos de Apulia
Ubicado al borde de un alto acantilado que se eleva sobre el mar Adriático, Polignano a Mare es uno de los lugares más espectaculares y populares de la costa de Apulia.
El centro histórico de este pueblo costero es un laberinto de calles estrechas que descienden hasta una pequeña playa, la Lama Monachile, que divide el acantilado en dos. Abajo, una maraña de cuevas invita a descubrir un mar cristalino.
Polignano es también el lugar de nacimiento de Domenico Modugno, el autor de Nel blu dipinto di blu, la canción italiana más famosa del mundo.
Todos los caminos llevan al mar
El núcleo histórico de Polignano a Mare, habitado desde el Neolítico, es una extensión de casas blancas de origen medieval agrupadas en los acantilados. Al pueblo se entra pasando por debajo del Arco Marchesale del siglo XVI, también conocido como Porta Grande, que hasta 1780 era el único punto de acceso al pueblo y estaba rodeado por un foso, ahora oculto por la plaza Garibaldi, con su puente levadizo.
Puedes perderte por las estrechas calles de Polignano, tarde o temprano llegarás al mar y el efecto sorpresa será aún mayor.
Hazte una selfie en Lama Monachile, una pequeña playa de aguas turquesas
Sin duda, encontrarás la Chiesa Matrice del siglo XIII, el Palazzo Marchesale, hogar de los señores feudales y el Palazzo dell’Orologio. El lugar más fotografiado de Polignano a Mare es Lama Monachile, su playa de agua turquesa, muy concurrida durante los meses de verano: el puente situado detrás está construido sobre un puente romano de la Vía Traiana, la antigua vía Roma-Brindisi que pasaba justo por aquí. Al lado, sobre el paseo marítimo, está la estatua dedicada al polignanés más famoso del mundo, el cantante Domenico Modugno.
En el lado opuesto de la ciudad, siempre con espectaculares vistas al mar, está el encantador museo de la Fundación Pino Pascali, artista de Polignano fallecido en los 60, con exposiciones de arte contemporáneo.
Qué ver en los alrededores de Polignano a Mare
Puedes saborear el ambiente de Polignano a Mare mientras te paseas por sus acantilados, descendiendo hasta la costa, desde donde la vista de la ciudad blanca es espectacular. Un paseo de cuarenta minutos en dirección a Mola, entre las deliciosas bahías de Ponte dei Lapilli y Porto Cavallo, ambas ideales para el baño, te llevarán al pueblo de San Vito, inconfundible por la presencia de los restos de la abadía del mismo nombre y que se remontan al siglo X, la época de los monjes basilianos que se refugiaron en estas tierras huyendo de las batallas iconoclastas del Imperio bizantino.
Más adelante se encuentra la torre cuadrangular de San Vito frente a un tramo de mar que parece una piscina natural. Tanto de día como de noche, en este idílico lugar, que también está lleno de discotecas y restaurantes, nunca estarás solo: la movida de Polignano llega hasta aquí.
Cuevas y acantilados
Hay una veintena de cuevas que el mar ha creado con la fuerza de sus olas en el acantilado sobre el que se levanta Polignano: la más grande es la cueva Palazzese, llamada así porque se encuentra bajo un palacio noble desde el que se podía acceder a ella. Hoy, el palacio se ha transformado en un hotel de 5 estrellas con salas de restauración en los recovecos naturales del acantilado y, todavía hoy, se accede únicamente por el mar.
Las otras cuevas tienen los nombres más impensables, en su mayoría relacionados con su uso a lo largo del tiempo: se dice que la del Palacio Arzobispal estaba conectada a través de túneles con el palacio episcopal, y la de Monache era utilizada por las monjas del hospital. El más llamativo es el Ardito, llamado así por sus dueños, que tiene en su interior una columna natural por la que subían los pescadores para ingresar en el pueblo.
Qué comer en Polignano a Mare
En una de las muchas terrazas con vistas al arrecife, en los numerosos restaurantes de Polignano, se pueden degustar durante todo el año platos de crudités de marisco, una mezcla de sepias, gambas, langostinos y muchos otros pescados según la temporada y la pesca del día. Para los que prefieren que el pescado esté bien cocido, sugerimos el arroz con patatas y mejillones.
Otra especialidad local es la zanahoria dulce de Polignano, cultivada en la zona de la Abadía de San Vito, reconocida con el certificado de Slow Food.
Un café realmente especial: con piel de limón y nata
Si te va más el street food, prueba el bocadillo de pescado, con tartar de atún, burrata y tomate, o el de pulpo frito y grelos, una auténtica delicia sin perderte ni un minuto de playa.
Para terminar, deléitate con el Caffè Speciale, según una receta desarrollada aquí mismo, en Polignano, se trata de un café azucarado, con de piel de limón, nata y amaretto, servido estrictamente en un vaso pequeño.