Véneto encanta, entre un inmenso patrimonio artístico e histórico y sus elegantes ciudades

Siempre rica y próspera, tras la caída del Imperio de Occidente y la invasión de los longobardos, la región del Véneto se dividió durante siglos entre la zona continental, bajo el dominio longobardo, y la zona costera, donde comenzó el periodo de esplendor de la República de Venecia en el año 697.

El sistema feudal comenzó a desmoronarse a partir del año 1000 y los municipios libres se convirtieron en poderosos señoríos durante los 2 siglos siguientes. Fue durante este periodo cuando Ezzelino III da Romano se convirtió en señor de Verona, Vicenza y Padua. En las décadas siguientes, el dominio veneciano llegó al interior y en esos años se erigieron magníficas villas paladinas, diseñadas por el arquitecto Palladio para las familias más importantes de la Serenísima.

La llegada de Napoleón y la dominación austriaca quedaron confinadas al pasado tras la tercera guerra de independencia en 1866, pero durante la Primera Guerra Mundial Véneto volvió a ser escenario de combates, siendo la zona del Piave un lugar de resistencia para los italianos durante meses.

Representada en todo el mundo por la hermosa Venecia, con su laguna, sus pequeñas islas venecianas, la plaza de San Marcos y el encantador Gran Canal, Véneto cuenta con algunas de las ciudades más bellas de Italia.

Verona, la ciudad de Romeo y Julieta y de la imponente Arena, te encantará con un centro histórico repleto de monumentos romanos que se unen al arte renacentista.

Vicenza, cofre de los tesoros de Palladio, es una ciudad que debes descubrir callejón a callejón, empezando desde el teatro olímpico y la majestuosa basílica Palladiana.

A pocos kilómetros se encuentra Padua, la ciudad de San Antonio con sus famosas plazas, la Basílica del Santo y la capilla de los Scrovegni, enteramente cubierta por los frescos de Giotto.

Mar, montañas, lagos, campo, ciudades de arte y buena comida. Véneto realmente ofrece de todo, garantizando experiencias especiales a quienes lo visitáis.

Desde el lago de Garda se puede llegar a la inmensa meseta de Asiago, con sus verdes praderas y densos bosques aptos para largos paseos por la naturaleza.

De camino a Padua, tienes que hacer una pausa regeneradora en las termas euganeas, entre las ciudades de Abano Terme y Montegrotto Terme, no sin antes admirar la inmensidad de Prato della Valle, la quinta plaza más grande de Europa y verdadero símbolo de Padua.

Venecia está a poca distancia. Descubre esta ciudad visitando la plaza de San Marcos con su basílica y el imponente campanario, paseando por las calles y deteniéndote de vez en cuando para tomar un cicchetto y un spritz. Sube a una góndola, pero también puedes usar el vaporetto: Venecia vista desde el agua tiene un encanto inigualable.

A continuación, concédete unas horas de playa en la hermosa Jesolo: 15 kilómetros de costa de arena, alojamientos para todos los gustos y muchas experiencias al aire libre.

Para disfrutar de un paisaje cultural único y descubrir los mejores sabores de Véneto, piérdete entre las colinas del Prosecco de Valdobbiadene y Conegliano, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2019.

Y si anhelas la montaña, la provincia de Belluno será tu paraíso: Cortina d'Ampezzo, en la zona de Dolomiti Superski, cuenta con 70 pistas de descenso con 5 teleféricos y 26 telesillas.
Un poco más al este se encuentran las 3 cimas de Lavaredo y, en la misma zona, puedes dejarte hechizar por las aguas azules del lago de Misurina y hacer una excursión al lago de Sorapis, una joya turquesa enclavada en los Dolomitas a casi 2000 metros de altitud.

No puedes decir que conoces realmente una región sin descubrir algunos de sus lugares más insólitos, como la Balot tacà via, en la zona más occidental de Véneto, a orillas del lago de Garda: un gran peñasco suspendido entre las paredes del profundo desfiladero de Malcesine, al que llegarás tras una hora de viaje desde Brenzone sul Garda.

En la meseta de Asiago, una ruta fácil de 5 kilómetros lleva hasta el altar Knotto, una llamativa formación rocosa que domina el Val d'Astico.

Si sigues la ruta del Prosecco y del vino de las colinas de Conegliano Valdobbiadene, en cambio, descubrirás una zona llena de encanto y de atractivos históricos y artísticos entre visitas a bodegas históricas y agroturismos y hosterías a cada paso.

Y para pasar unas horas de relax en plena naturaleza, dirígete al oasis natural de Vallevecchia, un amplio hábitat lleno de flora y fauna rodeado de aguas marinas, lagunares y fluviales.

Los famosos vinos del Véneto, desde el Prosecco di Valdobbiadene hasta el Amarone della Valpolicella, deben disfrutarse con los platos típicos de esta región, como la apreciada polenta, que suele servirse con bacalao. Tienes que probar los bigoli, un fideo de pasta fresca usado en todo el territorio, con salsa de pato o en su variante con salsa de pescado.

Véneto es también la tierra del Grana Padano D. O. P. y del queso Asiago, que se remonta al año 1000. En la zona de Treviso, la achicoria roja de Treviso se produce desde hace siglos en dos variantes, temprana y tardía. Verona, por su parte, mantiene la tradición del Pandoro, un esponjoso pastel navideño, desde el siglo XIII.

Muchos de los acontecimientos que atraen a millones de visitantes a Véneto están relacionados con la historia de la Serenísima.
El carnaval de Venecia, fiesta pública desde 1296, transforma cada año la ciudad en un lugar mágico de máscaras, trajes tradicionales y espectáculos como el vuelo del ángel desde el campanario de San Marcos.

La fiesta del Redentor, que se celebra el tercer domingo de julio para conmemorar el fin de la epidemia de peste de 1575 a 1577, comienza con la apertura del puente votivo que une las Zattere con la iglesia del Redentor y se cierra con las regatas del Redentor en el canal de la Giudecca.

El acontecimiento más sentido por los venecianos, y uno de los más espectaculares y pintorescos, es la regata histórica, que se celebra el primer domingo de septiembre con varias regatas a lo largo del Gran Canal en determinados tipos de embarcaciones, como el rápido Pupparin, el ligero Mascareta y el característico Gondolino.

La fundación cultural Biennale di Venezia también organiza el prestigioso festival de cine de Venecia cada año entre agosto y septiembre y, cada dos años, la exposición internacional de arte o arquitectura, que dura varios meses entre abril y noviembre.