En las colinas del Prosecco, entre burbujas y belleza
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En caso de duda, te sugerimos una visita, porque la visión del mosaico de pequeños viñedos que cubren las laderas de las colinas y valles de la zona, salpicados por las preciosas vides que se han cultivado durante siglos con esfuerzo y pasión, es una experiencia que seguro te fascinará.
De la uva glera al cáliz: el milagro de los viticultores locales
Gracias a un sistema especial de terrazas, a las técnicas de conservación del suelo y del terreno y a las prácticas de viticultura con uva glera, esta zona de colinas del Véneto se ha convertido en una de las zonas vitivinícolas más bellas y productivas del mundo. Cuando llegues aquí, empieza a disfrutar de las vistas, extendiendo tu mirada sobre los viñedos hasta los pequeños bosques, las hileras de árboles y los setos circundantes.
Después llegará el placer para las papilas gustativas y el sentido del olfato a lo largo de la Ruta del Prosecco: 50 kilómetros desde Conegliano hasta Valdobbiadene, pasando por espectaculares pueblos y bodegas en las que hacer degustaciones y compras.
No solo Prosecco: ¿alguna vez has probado la sopressa?
Si en las Colinas del Prosecco se bebe bien, prepárate para comer divinamente, porque la oferta gastronómica de esta zona es rica y variada: platos de carne, hongos locales y muchísimos quesos sabrosos.
Entre los embutidos típicos es difícil resistirse a la tentación del más popular en estos lugares: la sopressa. Para aliviar el remordimiento, en esta zona puedes deleitarte sin dejar de comer sano. Prueba la achicoria roja de Treviso o la de Castelfranco, productos con I. G. P. o los espárragos de Cimadolmo y los de Badoere.
Pueblos y arte, el Prosecco cultural
Vale, no es lo primero en lo que se piensa cuando nombras las Colinas del Prosecco, pero fíate de nosotros: los pueblos históricos de esta zona bien merecen una visita. ¿Por dónde empezar? Por Conegliano, donde también se encuentra la primera Escuela Enológica de Italia. También merece la pena visitar el Castillo de San Salvatore en Susegana, el cual domina la llanura hasta Venecia. Continúa por la cercana Vittorio Veneto, lugar simbólico de la Primera Guerra Mundial y sede del rico Museo de la Batalla.
Por último, no te pierdas los pueblos de Follina y Cison di Valmarin y, especialmente, el Molinetto de la Croda, un molino de agua de 1630 que sorprenderá a grandes y pequeños.