Vaticano
En el Vaticano está «La Piedad». Se encuentra custodiada en la primera capilla de la nave derecha de la basílica de San Pedro. Miguel Ángel la realizó con poco más de veinte años, en los albores del nuevo siglo, y gracias a esta obra se convirtió en uno de los artistas más apreciados de su época. Los detalles anatómicos y de las vestimentas, la naturalidad de los cuerpos y la expresión de los rostros se reflejan con una maestría extraordinaria en el mármol blanco, que el artista eligió personalmente en Carrara.
«La Piedad» es una representación abrumadora de María, quien sostiene el cuerpo de Cristo, en un doloroso lamento. Será emocionante abstraerse frente a ella.
Capilla Sixtina
La obra maestra absoluta. Sin discusión. Es el famoso ciclo de frescos de Miguel Ángel Buonarroti, realizado en la capilla Sixtina, en el interior de los Museos Vaticanos. Según el contrato, el artista debía pintar a los «doce apóstoles en las lunetas», mientras que para la superficie restante se preveían decoraciones ornamentales, con un coste total de tres mil ducados. A Miguel Ángel el proyecto al instante le pareció «poca cosa». Por lo que se revsió el contrato. Una vez duplicada la remuneración, el artista consigue representar lo que desea no solo en el techo, sino también en las columnas y las lunetas.
Basílica de San Pietro in Vincoli
Desde el Vaticano nos trasladamos a Rione Monti, donde se encuentra la basílica de San Pietro in Vincoli, del siglo XVI, que domina la plaza del mismo nombre y es famosa por albergar, desde 1545, una de las mayores obras maestras del arte renacentista: la colosal estatua del Moisés de Miguel Ángel, esculpida en 1513 para adornar el monumento fúnebre de Julio II. Alza los ojos y crúzate con la mirada del Moisés, al que se definió como «terrible». Quien lo definió así lo hizo porque consideró que la mirada reflejaba el carácter de Miguel Ángel: irascible, orgulloso y severo.
Santa María sobre Minerva
Por último, llegarás a Santa María sobre Minerva, una de las raras iglesias góticas de Roma. En su interior, Miguel Ángel está muy bien acompañado por las obras de Bernini, Lippi y otros, así como por los sepulcros de muchas figuras importantes.
Los frescos de las bóvedas son magníficos. Estás aquí por el Cristo de Miguel Ángel. Con esta obra el artista quiso representar a Jesús después de la resurrección fuerte y vigoroso, a través de su anatomía. La pose está extremadamente estudiada, con una torsión compleja pero eficaz que demuestra la continua investigación de Miguel Ángel sobre nuevas soluciones compositivas.
Contenido elaborado con información proporcionada por el colaborador Región del Lacio