Berceto y el Paso de la Cisa, última etapa emiliana de la Vía Francígena
Joya de los Apeninos parmesanos, enclavada entre el Valle del Taro y el Valle de Baganza, a 852 metros sobre el nivel del mar y a 65 kilómetros de Parma, Berceto se encuentra junto a la carretera nacional de la Cisa hacia La Spezia, no lejos de la autopista de la Cisa. Es la última parada en Emilia de la ruta de la Vía Francígena, antes de llegar al paso de la Cisa, que divide las provincias de Parma y Massa-Carrara.
Lugar de acogida y centro de culto
Es precisamente su posición estratégica en la Vía Francígena a lo que Berceto debe su fortuna e importancia como centro mercantil y religioso desde la Edad Media, cuando los numerosos peregrinos que se dirigían a Roma encontraban aquí acogida y descanso antes de continuar su viaje, por el arduo paso de los Apeninos, hacia la costa del Tirreno y la Ciudad Eterna.
El monasterio y la leyenda de Moderanno
Parece que previamente ya existía una guarnición romana en la zona, pero el pueblo actual se debe haber desarrollado a raíz de la fundación de un monasterio benedictino en el siglo VII, por decisión del rey lombardo Liutprando, gracias a la intercesión del obispo de Rennes Moderanno.
De hecho, una de las leyendas que suelen circular respecto a los mitos fundacionales narra que Moderanno se vio obligado a dejar aquí mismo las preciosas reliquias de San Remigio que acababa de poseer: probablemente, de camino a Roma, las habría atado a un árbol para hacer una breve parada antes de reanudar su viaje, pero durante su sueño el árbol había crecido desmesuradamente, no pudiendo ya alcanzarlas. Obligado a detenerse en Berceto, Moderanno sería nombrado por Liutprando primer prior de su monasterio.
La catedral y el castillo, vestigios de su antiguo prestigio
El patrón de la ciudad, San Moderanno, da nombre a la catedral de Berceto, justo en la ruta de la Vía Francígena, testimonio de la reputación que la ciudad fue adquiriendo a lo largo de los siglos, con su imponente estructura que combina diferentes épocas y estilos artísticos, desde el lombardo al románico y al renacentista.
En el museo anexo a la catedral, todavía se pueden admirar mobiliario y vestiduras sagradas, incluida una capa del siglo VII que, según la tradición, perteneció al propio Moderanno. Junto a la catedral se encuentra la capilla de Santa Apolonia. Detrás de la catedral se encuentra la famosa plaza de San Juan, a la que los habitantes de Berceto llaman "plaza de los cánones", debido a la presencia de la Fuente del Cánon, donde la gente solía ir a buscar agua potable.
El castillo de Berceto también debía de tener un tamaño imponente. Antaño se alzaba sobre la ciudad, pero ahora sólo quedan algunas partes de las murallas exteriores, restos de las subdivisiones interiores y algunas escaleras; enterrados bajo capas de tierra y escombro, aún quedan pozos, túneles y antiguas mazmorras, que poco a poco se están sacando a la luz para crear un parque arqueológico. Inaugurado en 1221 por el ayuntamiento de Parma y objeto de continuas disputas entre los señoríos locales, permaneció mucho tiempo bajo la autoridad de los condes Rossi, que gobernaron Berceto hasta la época de los Farnesio.
Aldeas medievales y pueblos encantados
Una vez en Berceto, merece la pena recorrer las callejuelas, las iglesias y las fortalezas de las bellas aldeas cercanas, diseminadas entre los castaños de las montañas de Parma.
Empezando por Corchia, un encantador pueblo de piedra con callejuelas empedradas, pasos subterráneos arqueados y un albergue del siglo XII, podemos visitar también la antigua fortaleza de Pietramogolana, encaramada al Taro; situada en la confluencia de los arroyos Manubiola y Taro. Ghiare alberga un antiguo horno recientemente restaurado, ejemplo de la arquitectura industrial de finales del siglo XIX; por último, se dice que la iglesia de Bergotto estaba poblada por una colonia de brujas, que salían por la noche para socorrer a los contrabandistas; mientras que desde Fugazzolo parte el haz de caminos que lleva a los espectaculares Salti del Diavolo (Saltos del Diablo).
La Cisa, turismo lento y gourmet
Desde Berceto, siguiendo uno de los pasos más duros de la Vía Francígena, se llega al puerto de la Cisa, el paso de montaña que separa los Apeninos de Liguria de los de Toscana-Emilia y que conecta el alto Valle del Taro y Lunigiana, a una altura de unos 1041 metros sobre el nivel del mar.
Aquí, justo antes del paso actual, se encontraba el hospicio de Santa María. Hoy en día, la antigua frontera entre los Ducados de Parma y Piacenza y el Gran Ducado de Toscana está señalizada por inscripciones de la fachada de la antigua oficina de correos. La capilla de Nuesta Señora de la Guardia es de origen mucho más reciente, habiendo sido construida en 1921 en lo alto de una empinada escalinata.
Desde aquí, el descenso continúa hacia Pontremoli y la costa del Tirreno: estos lugares son un paraíso para los ciclistas y los amantes del senderismo y del "turismo lento" en general.
Si las vistas y los ambientes acogedores de la Vía Francígena satisfacen a los viajeros y peregrinos, los restaurantes y trattorías de la zona ofrecen muchas tentaciones para los amantes de la buena comida y el vino, con platos tradicionales campesinos, enriquecidos con los aromas y sabores del bosque, especialmente con sus setas y castañas.
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viefrancigene.org - De Cassio al paso de la Cisa