Emilia-Romaña: un viaje al corazón del Valle Gastronómico
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Emilia Romaña para ver y, aún más, para comer; y si alguna vez la has visitado, ya sabes de qué hablamos: de su excelente gastronomía.
Quienes preparan platos tradicionales con recetas transmitidas de generación en generación combinan hábilmente ingredientes de temporada y de calidad.
El resultado es que, además de celebrar los monumentos y la historia que han hecho grande a esta región, el mundo se inclina ahora ante el arte del buen vivir de este territorio, que alberga un Valle Gastronómico considerado, con razón, la meca de los amantes de la buena mesa.
A la caza de productos excelentes
Emilia Romaña es una de las regiones, no solo de Italia sino de todo el mundo, donde mejor se come: no lo decimos nosotros, sino un premio de Forbes en 2013, y lo confirma cualquier turista que venga aquí y pruebe sus manjares. ¿Nos acompañas a descubrir este apetitoso itinerario?
Irresistible queso parmesano
La primera parada es Reggio Emilia y es hora de una primera cata. Aquí se encuentra la sede del Consorcio del Parmigiano Reggiano: en una quesería se pueden descubrir todas las etapas de su elaboración. Durante la visita, los maestros queseros mostrarán los antiguos y tradicionales gestos de elaboración de la leche y presentarán el producto Made in Italy más copiado del mundo. El sabor final es imprescindible: se puede adivinar el estado de maduración de la variante más fresca o más envejecida por su sabor más fuerte. Y, sobre todo, aprovecha para abastecerte de Parmigiano Reggiano.
La seducción del vinagre balsámico
Seguimos en Reggio Emilia para celebrar otro emblema: el Vinagre Balsámico Tradicional, ciertamente delicioso y saludable para nuestro organismo. Este bálsamo medicinal, como lo llaman los entusiastas y conocedores, tiene cualidades organolépticas, nutricionales y cualitativas que se refinan con la edad. Un raro manjar de muy antiguo origen: existen, de hecho, documentos que atestiguan su presencia en las mesas de Matilde de Canossa.
El rey de la charcutería: Su Majestad el Jamón de Parma
Visitar Emilia y no disfrutar al menos de una loncha de Prosciutto di Parma sería imperdonable. Así que aquí estamos en Parma, en una fábrica de jamones. Porque la D. O. P., la Denominación de Origen Protegida de la que hace gala este producto, está estrechamente ligada a este territorio, delimitado al este por el río Enza y al oeste por el arroyo Stirone.
Sus fases de producción podrían calificarse de maniáticas: es esencial preservar la autenticidad de la carne. El lugar por excelencia para el nacimiento de este manjar del paladar son las colinas de Langhirano y sus alrededores, y por una razón específica: sólo aquí se dan las condiciones climáticas ideales para la curación natural, capaces de garantizar el dulzor y el sabor que caracterizan al verdadero jamón de Parma. Sí, pero ¿cómo reconocerlo? El original tiene una marca especial que se representa con una corona de cinco puntas.
Por el itinerario de los Museos Gastronómicos
Quedémonos en Parma, porque una visita a la capital italiana de la gastronomía merece un tiempo extra. Los Museos de la Alimentación, por ejemplo, merecen por sí solos un día de visitas, porque hay nada menos que ocho, en siete ciudades de la provincia de Parma. En cada uno de ellos la comida es protagonista absoluta, narrada desde diferentes puntos de vista. Así, se pueden ver de cerca las antiguas herramientas de producción u observar las técnicas que los artesanos han transmitido a lo largo del tiempo, o desenterrar las huellas que las tradiciones alimentarias y vinícolas han dejado en el arte y la literatura locales.
Después de todo, hay una razón por la que Parma ostenta el título de Ciudad Creativa de la Gastronomía de la UNESCO. ¿Preparados? Empecemos por el primer museo dedicado al jamón de Parma, en Langhirano.
El recorrido continúa hasta Felino, una pequeña localidad no muy lejana de Langhirano, para degustar el salami del mismo nombre, antes de detenerse en la Sala Baganza, con su Museo del Vino, seguido de los Museos del Tomate y de la Pasta, dentro de la Corte di Giarola en Collecchio. No falta el Museo del Parmigiano Reggiano, pero está en Soragna, mientras que a orillas del Po, en Polesine Parmense, nos espera el Museo del Culatello y el Masalèn.
Degustación de cocina parmesana
Después de la visita gastronómica, sin duda el hambre se impone. Antes de concluir con una cena a la sombra del Angiol d'Or, una estatua dorada que parece vigilarlo todo desde lo alto del campanario de la catedral de Parma, visita la histórica Salsamenteria de Busseto, a medio camino entre una tienda de maravillas y una de antigüedades donde, sin menú, podrás probar lo mejor de los embutidos, quesos, y salsas artesanales, complementado con un excelente vino y pasteles caseros. En Busseto, la gloria de Giuseppe Verdi se respira por todas partes y una parada en el teatro dedicado a él y en la casa de Barezzi, el suegro que tanto le ayudó en su formación, es ciertamente recomendable. Tras ello volvemos a Parma, donde se puede elegir entre restaurantes, osterias, y bistros para continuar con la comida local.