En Punta Campanella hechizados por las sirenas de Ulises
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Nos encontramos en el Golfo de Salerno y, desde aquí, Punta Campanella parece la proa de la Península Sorrentina señalando hacia la isla de Capri, una maravilla paisajística salvaguardada como área marina protegida.
En la Antigüedad, en la Punta se erigía un templo dedicado a la diosa Minerva, que rendía homenaje a la sacralidad del lugar. Hoy en día, la zona se ha convertido en un paraíso natural para descubrir a lo largo de senderos, perfumados por la fragancia de la vegetación mediterránea, y que serpentean entre los arbustos con el azul del mar como telón de fondo, como si paseáramos por la cubierta de un barco.
Qué ver en Punta Campanella
La península de Sorrento y la costa Amalfitana son un espectáculo paisajístico, caracterizado por su gran biodiversidad y sus diferentes microclimas, con laderas soleadas y áridas que se alternan con valles umbríos y verdes, y una infinidad de bahías, ensenadas y cuevas donde residen numerosas especies de aves. En esta región, encontramos en el litoral algunas zonas con acantilados de piedra caliza que se desploman sobre el mar, y otras donde, por la acumulación de roca volcánica, la pared desciende suavemente hacia el agua.
Si eres amante del submarinismo, el fondo del mar te tiene preparado un espectáculo mágico: las praderas de posidonia, en esta zona muy poco alteradas por los amarres y anclas de las embarcaciones, crean el hábitat ideal para numerosos organismos, desde erizos hasta estrellas de mar, pasando por caballitos de mar únicos o diferentes especies de peces y moluscos.
Las numerosas cuevas contribuyen también a la vitalidad de la vida submarina: la península de Punta Campanella es uno de los sitios con mayor número de cuevas submarinas del mar Mediterráneo: se han identificado unas cincuenta. Son el hábitat privilegiado para la reproducción de diferentes especies que viven durante las primeras etapas de su crecimiento en un ambiente protegido, para posteriormente aventurarse a salir a alta mar.
A lo largo de la costa encontramos varias torres de vigilancia que se construyeron tras el año 1558, fecha en que Massa Lubrense y Sorrento sufrieron un importante ataque por parte de los turcos: estas torres conformaban un sistema para el envío de mensajes de alarma a lo largo de amplios tramos de costa. Cuando el motivo de alarma era grave, salía desde algunas de las torres, llamadas cavaliere, un guardia a caballo para advertir del peligro a los habitantes de las aldeas del interior.
La torre cuadrangular de la Punta, construida por los angevinos en 1334, tenía una campana, de ahí el nombre del lugar. Otras dos torres custodian el lado Sorrentino (Fossa di Papa) y el lado Amalfitano (Montalto). Los senderos de la Punta permiten llegar a la Bahía de Ieranto y su espectacular playa enclavada entre altas paredes rocosas, en cuyo horizonte se dibuja la silueta de Capri y sus faraglioni, que se encuentra a unos 5 km. El lugar es tan bonito que cuenta la leyenda que estaba poblado por sirenas que embrujaban a los marineros atrayéndolos a la costa con sus cánticos, como le sucedió a Ulises.
Los naufragios de un mar lleno de peligros
El mar de Punta Campanella rara vez está en calma: se trata de un enclave en el que se encuentran varias corrientes del Golfo de Nápoles y Salerno, donde tuvieron lugar numerosos naufragios de naves, sobre todo en la Antigüedad. Incluso una flota romana en la que navegaba Julio César se hundió frente a la bahía de Ieranto. En la actualidad, todavía quedan numerosos vestigios de barcos romanos y prerromanos hundidos cerca del islote de Vetara y frente a la costa de Massa Lubrense que no han sido estudiados por los arqueólogos, como así lo demuestran los fragmentos de ánforas y anclas que aparecen enredados en las redes de arrastre de los pescadores que faenan en la zona.
Las villas romanas de Punta Campanella
En la época de los romanos en Punta Campanella había una villa que los arqueólogos suponen tenía una función de guarnición militar para proteger Capri en el período en el que los emperadores romanos, primero Augusto, y sobre todo Tiberio, hicieron de la isla su hogar permanente. De la construcción solo quedan algunos fragmentos que permiten hipotetizar la presencia de un edificio con pórticos y terrazas en pendiente hacia el mar y provisto de un faro. Encontramos otras ruinas de villas en la parte de Amalfi en Marina del Cantone y Crapolla, así como en los islotes de Li Galli e Isca, que fue el buen retiro del actor y dramaturgo napolitano Eduardo De Filippo.