Capri, la isla de los sueños
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Capri es perfecta para descubrir a pie, paso a paso, entre los restos de las villas de los emperadores romanos y antiguas residencias, legado de todos aquellos que se enamoraron de la isla entre los siglos XIX y XX. Capri no es solamente actualidad y glamour: Capri tiene para ofrecer una historia extraordinaria, un mar espectacular, un paisaje sin parangón y una oferta hotelera de la máxima refinación.
Qué ver en Capri
Te darás cuenta a primera vista: la fama de la que goza Capri es merecida.
Su accidentada geología ofrece infinitos miradores sobre el mar: altos acantilados que caen en picado al agua, riscos intransitables flanqueados por terrenos menos escarpados y aterrazados. Cuenta con una naturaleza más que generosa, un clima ideal y una variedad de especies botánicas bastante poco habitual: se han llegado a contar 850, gracias también a la llegada de numerosos viajeros que venían a vivir a la isla y traían con ellos semillas y plantas de los cinco continentes.
El mar es impresionante, con cuevas y grandes rocas que emergen del agua. Capri cuenta con una cronología llena de sucesos, historias y personajes, entre los que se encuentran emperadores romanos y miembros de la aristocracia europea que la redescubrió en el siglo XIX. Capri merece que se le dedique tiempo: sería una verdadera lástima venir solo por un día y con prisas, pues no nos permitiría captar su genius loci.
Una vez en el puerto, hay que tomar el funicular hasta la famosa Piazzetta, una encantadora plazoleta presidida por la torre del reloj con terrazas de café y un balcón con vistas al mar, encrucijada obligada de todos los caminos que llevan a descubrir la isla.
En media hora desde la Piazzetta, siguiendo las flechas de cerámica azul y verde, un cómodo camino entre los jardines de preciosas casitas conduce a Villa Jovis, el magnífico sitio arqueológico con vistas al mar frente a Punta della Campanella en la península de Sorrento. Fue uno de los palacios con los que el emperador Tiberio convirtió a Capri en la caput mundi durante una década, del 27 al 37 d.C.
Un poco más adelante se encuentra Villa Lysis, una casa que se puede visitar y que fue construida por un excéntrico francés, Jacques Fersen, como refugio romántico en medio de un parque. Otra villa del siglo XX digna de mención es la que el escritor Curzio Malaparte hizo construir sobre el acantilado, un ejemplo de arquitectura racionalista: la casa es privada, pero se puede ver desde arriba desde via del Pizzolungo.
Desde la Piazzetta, si nos dirigimos hacia el sur, llegaremos a la Certosa di San Giacomo, un monasterio que data de la Edad Media. Desde aquí, podemos tomar via Krupp, considerado por muchos como “el camino más bonito del mundo”. Este sendero fue construido por el rey alemán en 1902, pero ha sido cerrado en varias ocasiones a causa de los desprendimientos de tierra.
Recomendamos bajar a los Giardini di Augusto, un jardín botánico con vistas al mar, para llegar a la ensenada de Marina Piccola con su playa rocosa y un precioso mar turquesa.
Desde aquí podemos volver a subir hacia el cementerio monumental Acattolico, desde donde sale el camino a Anacapri.
Qué ver en Anacapri
Desde Anacapri, en la zona más elevada de Capri, es fácil entender por qué esta isla con forma de caracol cautivó a emperadores romanos, magnates y multitud de escritores y poetas: Norman Douglas, Maksim Gorkij, Alberto Moravia, Curzio Malaparte, Compton Mackenzie, Ada Negri, por nombrar algunos.
En el centro histórico, vale la pena la visita a la Casa Rossa, un edificio de estilo ecléctico construida en 1876 por un coronel estadounidense, y que ahora alberga una colección permanente de pinturas con paisajes de la isla y 4 estatuas romanas que se encontraron en la Grotta Azzurra.
No te pierdas la iglesia de San Michele, con su espléndido pavimento original de mayólica napolitana del siglo XVIII, las ruinas del castillo Barbarossa, las excavaciones de la villa imperial de Damecuta, la subida en telesilla al monte Solaro (589 m) y sobre todo la Villa San Michele, una casa de paredes encaladas, construida a finales del siglo XIX por el médico y escritor sueco Axel Munthe, quien popularizó Capri a raíz de la publicación de su best-seller La historia de San Michele, una autobiografía con sucesos verdaderamente extraordinarios.
Como un museo, la villa conserva estatuas y reliquias de la época romana encontradas por Munthe mientras excavaba sitios arqueológicos. Merece la pena una visita aunque solo sea por las impresionantes vistas que se pueden observar desde la columnata hasta el nicho, en el extremo del jardín, donde Munthe (que también llevó a cabo varias campañas arqueológicas en Egipto) colocó una Esfinge de granito rosa del siglo XI aC. De su casa escribió: “Quiero mi casa abierta al sol y al viento y a la voz del mar, como un templo griego, ¡y luz, luz, luz por todas partes!”.
Debajo de Villa San Michele, por la llamada Scala Fenicia (con 970 escalones), que, sin embargo, fue construida en piedra por los colonos griegos del siglo VI a.C., se puede bajar al puerto de Marina Grande, entre jardines de limoneros y el espectáculo del mar en el horizonte.
Ha llegado el momento de embarcarse en un recorrido por mar en la isla: déjate sorprender por el increíble color turquesa de la Grotta Azzurra y la grandiosidad de los faraglioni emergiendo del agua.
Como hemos dicho, la fama de Capri es totalmente merecida.