Conegliano y Valdobbiadene: entre las colinas del Prosecco
Imagina un paisaje de colinas verde esmeralda salpicado de pueblos de piedra entre los que serpentean hileras de vides envueltas en la niebla de la mañana y bañadas por el sol, donde la naturaleza triunfa en perfecta armonía con la sabiduría vitivinícola del hombre. Un escenario digno de apreciar, tal vez reflejado en una copa de Prosecco Conegliano Valdobbiadene DOCG, una de las excelencias enológicas italianas más conocidas y apreciadas, de uva glera, una variedad conocida ya en la época de la antigua Roma. Con su encantador aspecto perlado, su frescura y su versatilidad, el Prosecco, ha conquistado los paladares de todo el mundo y ha contribuido al reconocimiento de este territorio como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. La perla de excelencia de la denominación es el Cartizze, un «cru» de 107 hectáreas en el corazón de la zona, que goza de un microclima y una posición privilegiada, y que ofrece la expresión más fina y valiosa del Prosecco. En nariz ofrece notas de acacia, pera y melocotón maduros y conquista con la suavidad de una espuma delicada. Un himno a la alegría para los ojos y el paladar, para disfrutar paseando por las rutas del vino, acercándonos al castillo medieval de Conegliano y al Molinetto della Croda, un antiguo molino de agua que nos habla sobre la vida rural de la zona hasta Treviso. Se trata de una ciudad de ambiente relajante enmarcada por una antigua muralla, canales pintorescos, puentes de piedra e íntimos callejones por los que llegar a la Catedral, sus interiores de principios del Renacimiento y la iglesia gótica de San Nicolás.
Padua y las colinas Euganeas
La ruta por los lugares vinícolas del Véneto continúa en dirección a las colinas de origen volcánico al suroeste de Padua, decoradas con monasterios, abadías, sugerentes pueblos medievales como Arquà Petrarca, refugio del poeta del mismo nombre y las antiguas localidades termales de Abano y Montegrotto. Este es el territorio del Colli Euganei Fior d'Arancio, cuyo nombre hace referencia al típico toque de azahar que se funde con las notas de melocotón, albaricoque y, a veces, toques de miel, para dar como resultado una explosión afrutada y floral que ya en nariz enamora en este vino. El protagonista es el Moscato Giallo, valorizado en todas las versiones: desde la complejidad del seco, hasta la frescura y la fragancia del vino espumoso, pasando por la suavidad y la persistencia del «passito». Entre una degustación y otra no puede faltar la visita a Padua, un tesoro de arte donde el antiguo diálogo con el moderno y el verde del Patro della Valle se funde con las milenarias murallas romanas y los sugerentes edificios históricos que salpican la ciudad. Desde la Capilla de los Scrovegni, famosa por los extraordinarios frescos de Giotto, considerados una de las obras maestras del arte occidental, pasando por la Basílica de San Antonio, que mezcla los estilos románico, gótico y bizantino y alberga las reliquias del patrón de la ciudad, hasta el Jardín Botánico, la Universidad, el corazón de la ciudad y los numerosos cafés históricos.
El Soave: historias de caballeros y de grandes vinos
Para la tercera etapa del itinerario, visita las colinas al este de Verona, dominadas por el antiguo castillo del Soave, una fortaleza medieval que, entre sus torres e imponentes murallas, ofrece un viaje en el tiempo. Más de 6600 hectáreas de viñedos decoran los valles, una extensión tan amplia que hace que el Soave sea considerado el viñedo más grande de Europa, un territorio especialmente idóneo para este cultivo, gracias al origen volcánico del suelo, que tiene a sus espaldas una tradición enológica centenaria. El Soave DOC, de uvas Garganega con notas tropicales y el característico final almendrado, es famoso por su carácter elegante y delicado, más complejo en la versión reserva, con un envejecimiento de al menos dos años, y sorprende también en su expresión dulce, el Recioto di Soave. Este término del dialecto véneto "recia", es decir " oreja", se refiere a la práctica tradicional de seleccionar las partes superiores de los racimos de uvas pasas y, por lo tanto, un concentrado de azúcares y aromas, dando lugar a un vino con notas intensas de fruta confitada y miel, donde el dulzor se equilibra con la buena acidez de la Garganega y la mineralidad del suelo volcánico.
Todos los matices de Valpolicella
Continuamos hacia Verona, que te encantará con su romántica atmósfera que se respira desde el balcón de Romeo y Julieta, en Piazza delle Erbe, hasta los 368 escalones de la Torre dei Lamberti, para disfrutar de una vista impresionante de los antiguos edificios y el río Adige. A las afueras de la ciudad, un mosaico de suaves colinas, entre el lago de Garda y los montes Lessini, hacen de este territorio no solo el corazón de la producción de los vinos tintos venecianos, sino también un paisaje de una belleza indiscutible. Estamos en Valpolicella para descubrir el Amarone, obtenido del secado de las uvas Corvina, Corvinone y Rondinella en los fruteros durante unos meses. Después, se tritura y se deja madurar en madera de roble hasta diez años. Un gran vino de crianza, intenso y elegante, nacido, según la leyenda, de una barrica de vino olvidada que, superado el periodo óptimo de fermentación, ya no sabía dulce sino seco y todavía suave. Sea cual sea su origen, el Amarone ha sabido conquistar paladares de todo el mundo con su carácter opulento, su textura aterciopelada y su «bouquet» de especias, regaliz y tabaco, que lo convierten en un vino seco, insólito y único. Pero la Valpolicella es también la cuna del Recioto, el hermano dulce del Amarone, obtenido de la misma mezcla, que representa la tradición vinícola más antigua, manteniendo un residuo de azúcar que se obtiene al interrumpir la fermentación. Un vino de meditación, con notas de mermelada, chocolate, cerezas en licor y para nada empalagoso, gracias a una buena acidez que invita a otro sorbo. Para completar la tríada, el Valpolicella Classico, el más ligero y vivaz, producido por las mismas uvas pero sin llegar a convertise en pasas, que mantiene un color rubí brillante con taninos suaves, menor contenido de alcohol y bayas más frescas en nariz. Desde el envolvente Amarone hasta el dulce y seductor Recioto, pasando por la vivacidad del Valpolicella Classico, cada vino representa una faceta de este rico y fascinante territorio por descubrir a través de las rutas de senderismo de las cascadas de Molina, las villas renacentistas como Villa della Torre y Villa Mosconi Bertani hasta las orillas del lago de Garda, con un paseo a orillas del lago y entre los pintorescos pueblos de los alrededores.