Villa Valmarana ai Nani en Vicenza
Vicenza es «la ciudad de Palladio», el arquitecto del siglo XVI que diseñó muchas villas y varios palacios en el Véneto. Suya es también la concepción de la basílica. Frente a este monopolio de Palladio, cabe preguntarse si en el interior no hay residencias aristocráticas notables construidas en otros estilos o en otras épocas. Pues... las hay.
El primer y rotundo ejemplo «más allá de Palladio» se encuentra justo a las puertas de Vicenza: es la villa Valmarana ai Nani, al pie de los montes Béricos. Fue encargada a finales del siglo XVII por el ciudadano veneciano, pero también jurista de Vicenza, Giovanni Maria Bertolo, adquirida y ampliada unos cincuenta años más tarde por la familia Valmarana, con orígenes igualmente en Vicenza y perteneciente al patriciado de la Serenísima. La villa es conocida sobre todo por los extraordinarios frescos realizados en su interior por Giambattista Tiepolo y su hijo Giandomenico. Puede parecer extraño que estancias y obras maestras de esta importancia sean fácilmente visitables, teniendo en cuenta que aún hoy la familia Valmarana las posee y las habita. Afortunadamente, este no es un caso aislado en el territorio de Venecia. Hoy como entonces, abrirlas a los visitantes es un motivo de orgullo y de placer que permite compartir con los demás lo que se posee: un importante capítulo de la historia del arte.
Villa Contarini
Antes de llegar a Padua, bordeamos en coche el curso del río Brenta: sus aguas, de carácter fuerte, han sido fundamentales para la civilización de las estribaciones de los Alpes y de la llanura, aunque también han sido temidas a lo largo de los siglos por las importantes inundaciones que en ocasiones han provocado. No es casualidad, por tanto, que en el Véneto decir «una brenta» sea como decir «muchísimo».
En Piazzola sul Brenta el río se cruza de forma espectacular con los lugares de veraneo de la aristocracia, como la villa de la familia Contarini.
Los Contarini tuvieron siempre un papel destacado desde los orígenes de Venecia, hasta el punto de que, como se indicaba en el siglo XVII en un resumen de la historia de la Serenísima, la familia «compitió en el año 697 por el nombramiento del primer príncipe Marco Contarini». En nueve ocasiones fue dux un Contarini, es decir, el máximo gobernante electo, y se llamaba Marino Contarini quien encargó la construcción de la famosísima Ca' d'Oro a orillas del Gran Canal. A veces, retroceder en el tiempo puede ayudar a devolverles su justa medida a las cosas y las personas.
La residencia de los Contarini en Piazzola sul Brenta tiene una historia un poco menos antigua, pero sí llamativa. La villa, tan imponente como elegante, se suele identificar con el propio pueblo de Piazzola. Sede de la Fundación G. E. Ghirardi, propiedad de la región del Véneto, acoge un rico programa de conciertos, exposiciones e iniciativas culturales, al igual que ocurría en el pasado: las fastuosas salas de la residencia, adornadas con frescos y lienzos, eran el escenario de las memorables fiestas que solía celebrar la familia. Una avenida en perspectiva nos lleva hasta la villa, mientras que en la parte posterior se encuentra el amplio y vasto parque, con paseos arbolados, lagunas, plantas exóticas y estanques con peces.
El Burchiello
Una vez en Padua, puedes optar por dejar el volante e ir a la caza de las villas vénetas de la manera más natural: por agua, subiendo a un burchiello. Hoy en día, Burchiello se escribe con mayúscula y es un nombre comercial protegido: no hace referencia simplemente a un tipo de barco, sino también a una empresa de navegación en agua dulce que conecta Venecia y Padua, con paradas en las principales villas vénetas. Sin embargo, el nombre es histórico y los «burchielli» originales del siglo XVIII han sido inmortalizados en numerosas estampas y reproducciones artísticas, la más conocida de las cuales es la que pintó Giandomenico Tiepolo. En aquella época, estas embarcaciones fluviales servían para transportar pasajeros y mercancías, no eran de motor, sino de vela, de remo o, en algunos tramos, incluso se movían tiradas por caballos.
Para comenzar hoy un crucero por el Naviglio del Brenta, puedes embarcarte en Padua en la escalinata del Portello. El primer tramo se encuentra en el canal Piovego y pasa por delante de la villa Giovanelli Colonna, mientras que el Naviglio del Brenta se encuentra en Stra, donde, no importa si se viaja en coche o en barco, hay que hacer una parada para visitar la villa Pisani-Museo Nacional.
Villa Pisani-Museo Nacional
Villa Pisani es sin duda una de las paradas obligadas del Burchiello .El milenio de historia de la República de Venecia tuvo entre sus protagonistas a Alvise Pisani, el tercer hijo de una de las familias venecianas más ricas del siglo XVIII. Su villa de Stra, donde el Naviglio del Brenta comienza a dirigirse hacia la laguna, es realmente majestuosa e incluye, además del edificio principal, un parque de unas dimensiones y una elegancia francamente inimaginables.
La visita a la villa y a su parque lleva cierto tiempo, teniendo en cuenta su «monumentalidad». Son numerosas las maravillas en las que puedes perderte, esparcidas por las ciento diez habitaciones, todas ellas obra de los mejores artistas del siglo XVIII veneciano: destaca el fresco del techo del Salone da Ballo (salón de baile), en el que Giambattista Tiepolo representó la gloria y el poder de esta familia. Ninguna de estas obras se ha perdido, ni siquiera después de que, en 1807, Napoleón comprara la villa y rehiciera las diversas estancias en estilo neoclásico, ni cuando pasó a los Habsburgo ni más tarde a la casa de los Saboya. En 1882, el complejo pasó a ser monumento nacional.
Los amantes de los zapatos también deben dedicar algo de tiempo a la villa Foscarini-Rossi, diseñada por Vincenzo Scamozzi en 1617-35 y remodelada por Giuseppe Jappelli. La residencia acoge el Museo della Calzatura (Museo del Calzado) de Rossimoda: inusual, curioso y divertido, alberga algunas rarezas y una colección muy amplia de lujosos zapatos de mujer de conocidas firmas de los siglos XVIII y XIX.
Parque de la villa Pisani
El parque no tiene nada que envidiar, en términos de grandeza, a la villa, a pesar de sus ciento diez habitaciones. Son unas once hectáreas de vegetación donde, después de Alvise Pisani, se han sucedido para tomar el fresco y escribir páginas de la historia o del arte una larga serie de personajes: Eugenio de Beauharnais, la emperatriz de Austria María Carolina, Carlos IV, soberano de España, y Fernando II de Nápoles, además de Richard Wagner, Gabriele d'Annunzio, Benito Mussolini y Adolf Hitler, hasta Pier Paolo Pasolini. Por su parte, un obelisco recuerda el atentado del que escapó el emperador de la casa de Habsburgo, Francisco José, a manos de un irredentista húngaro.
La planta sigue siendo la misma del siglo XVIII, en la que el estanque central sigue un diseño a lo largo que recuerda al de Versalles, para desarrollarse hacia las caballerizas, con sus columnas jónicas, su tímpano, un ático y varias estatuas. Las adiciones y modificaciones realizadas en el parque en el siglo XIX, como la arboleda a la inglesa y el invernadero con naranjos, lo enriquecieron sin borrar su encanto original de sorpresa y fantasía. El laberinto es toda una atracción: la escalera de caracol permite subir a la parte superior de la torreta central, probablemente diseñada para ayudar desde arriba a los compañeros de juegos que se perdían, así como para contemplar la elegancia de la vegetación. Otro punto panorámico es la terraza del Belvedere, más allá de la arboleda, con preciosas vistas del parque y las orillas del canal.
Mira
Recorriendo el Naviglio del Brenta hacia la laguna, en coche o en «burchiello», encontrarás muchas otras villas no necesariamente visitables, aunque algunas de ellas son dignas de mención.
Después de Dolo nos adentramos en el municipio de Mira, donde destacan algunos edificios residenciales construidos entre los siglos XVI y XVIII. En el número 63 de Via Nazionale debes detenerte en la villa Alessandri, del siglo XVI, con una «barchessa» que debes visitar (si no vas en barco) por sus frescos del siglo XVIII. En la orilla opuesta se encuentran las instalaciones históricas de Mira Lanza, durante muchas décadas fabricante de populares productos de consumo, como velas y detergentes.
También en Mira, la villa Valier está rodeada de vegetación, con una «barchessa» y una pequeña iglesia del siglo XVII: para verla es necesario hacer una reserva. En la localidad de Riscossa hay que visitar la villa Widmann Rezzonico Foscari, con su parque, siguiente etapa de este itinerario.
Villa Widmann Rezzonico Foscari
La villa Widmann Rezzonico Foscari se encuentra en Riscossa di Mira, a las afueras del pueblo, y se puede admirar bordeando las orillas del «naviglio». Fue construida a principios del siglo XVIII por el comerciante persa Seriman como residencia de verano. A finales del mismo siglo fue comprada por los Widmann-Rezzonico y posteriormente alquilada a un Foscari, para luego volver de nuevo a los Widmann-Rezzonico. Su legado está en el nombre y también en la apariencia, expresión de su sabor rococó, evidente ya desde el exterior. En su parque monumental o en el jardín histórico nos sumergimos en una atmósfera de cuento de hadas: amorcillos, ninfas y estatuas de piedra blanda están por todas partes, enmarcados por flores, a lo largo de las avenidas de tilos y pinos o cerca del estanque, escenográfica creación del siglo XIX.
La sorpresa continúa en el interior por la riqueza de las decoraciones. El salón principal, entre marcos y estucos, cuenta con un fresco que ilustra la gloria de la familia Widmann. En todas partes se pueden admirar pinturas mitológicas o alegóricas, realizadas por Giuseppe Angeli y Girolamo Mengozzi Colonna (asistente de Tiepolo), motivos rococós y frisos, en una explosión de juegos de luces y colores. No puede faltar la típica «barchessa» de las villas vénetas con su colección de carruajes antiguos. Este era el marco perfecto para las fiestas y las recepciones que se celebraban en otros tiempos. Hoy en día, la villa es de propiedad pública, pertenece al gobierno metropolitano de Venecia y es una parada regular de los cruceros que surcan el canal. Las visitas suelen incluir, además del parque, la villa Valmarana, al otro lado del Naviglio del Brenta. Quienes llegan hasta aquí conduciendo o pedaleando pueden elegir entre continuar en dirección a Venecia hasta Malcontenta, a menos de diez kilómetros de la laguna, o volver hacia el interior, a Stra, por la orilla opuesta del canal.