Pontremoli y el misterio de las estelas
Antigua parada de la Vía Francígena, Pontremoli siempre ha destacado como cruce de las principales vías de comunicación y comercio en los Apeninos tosco-emilianos, custodiada por su castillo de Piagnaro.
Hoy es una ciudad que conserva y pone en valor los tesoros de su rico pasado, entre ellos las misteriosas estelas, las figuras talladas en piedra arenisca entre el cuarto y el primer milenio antes de Cristo.
La ciudad-puente entre la Toscana y el Valle del Po
Pontremoli, situado en la confluencia del torrente Verde con el río Magra, en la provincia de Massa Carrara, debe su nombre (pons tremulus) a la presencia de un puente de madera y cuerdas que no debía ser muy estable. Sigeric, obispo de Canterbury, lo menciona como parada de la Vía Francígena en su diario de viaje al regreso de Roma en el año 990.
En 1200 era un municipio libre, luego pasó a depender de varios señoríos hasta que se anexionó al Gran Ducado de Toscana en 1650. Entre 1849 y 1859 formó parte del Ducado de Parma y Piacenza como sede de la Lunigiana parmense.
Su centro histórico conserva algunos palacios barrocos notables (Dosi Magnavacca y Pavesi, ambos privados, pero que pueden visitarse con cita previa), la catedral y el Oratorio de Nuestra Señora, testimonios de la época doradade la ciudad, el barroco de Pontremoli.
La anexión al Gran Ducado de Toscana en 1650 significó un auténtico renacimiento para este territorio, que volvió a ser un centro de comercio entre Toscana y el valle del Po, como lo había sido durante la Edad Media.
El castillo de Piagnaro
En la ciudad de Pontremoli destaca la maciza y austera mole del castillo de Piagnaro (siglo XI), desde cuyas torres se domina y controla el sector de la Vía Francigena que entra en la Toscana desde el puerto de la Cisa con su comercio asociado. Su nombre deriva de piagne, término utilizado para indicar las losas de arenisca utilizadas para cubrir el edificio.
Piagnaro tiene una historia milenaria de asedios, destrucciones, reconstrucciones y modificaciones de sus estructuras de defensa, para al final ser utilizado como vivienda a principios del siglo XX. Tras un periodo de abandono, en los últimos 30 años ha sido objeto de una campaña de restauración y ahora alberga el Museo Ambrosi de las estatuas estela lunigianas, además de servir de punto de acogida para los peregrinos que recorren la Vía Francígena.
El misterio de las estelas de Lunigiana
Las estelas son figuras humanas estilizadas esculpidas en piedra arenisca y fechadas entre el cuarto y el primer milenio antes de Cristo, entre la Edad del Cobre y la del Hierro, cuyo significado sigue siendo un misterio para los arqueólogos.
Las estatuas se encuentran en Lunigiana desde 1827 y hoy representan un símbolo de identidad del valle. En el museo se exponen unas cuarenta, la mitad de las conocidas. Se desconoce qué representan esas figuras que emergen de la piedra, si son héroes, guerreros o dioses. Las estelas se han catalogado en 3 grupos, de más a menos arcaicas, con características escultóricas cada vez más definidas a lo largo del tiempo.
Lo ideal es que la visita al museo continúe por algunos de los lugares en los que se encontraron las estelas, como el bosque de Filetto (se encontraron 11 estelas en un bosque de castaños) y la zona arqueológica de Sorano y Filattiera, pueblos rodeados de encantadores bosques.
El Premio Bancarella
Desde 1952, la ciudad de Pontremoli organiza a mediados de julio el Premio Bancarella, el único premio literario italiano dirigido exclusivamente por libreros. Se trata de un importante acontecimiento cultural para el mundo editorial, vinculado a la actividad original de los libreros ambulantes de Pontremoli, un fenómeno único en Italia.
Desde finales del siglo XIX, cuando las librerías sólo existían en las grandes ciudades, las familias de libreros ambulantes partían de Pontremoli y cruzaban los Apeninos hasta las regiones del norte para vender, pueblo a pueblo, todo tipo de libros, instalando sus puestos allí donde llegaban. Algunas de estas actividades itinerantes se transformaron con el paso del tiempo en librerías permanentes, que siguen regentando los descendientes de los libreros de Pontremoli.