Resumen
La imponente Catedral, el Castillo Suabo de Federico II, el Borgo Vecchio encaramado en un promontorio que domina el mar, esto es lo que el visitante descubre de Termoli nada más llegar. Pero hace falta poco para darse cuenta de que aquí el verdadero corazón de todo es el mar. Termoli es el único puerto de Molise y la pesca siempre ha sido el alma de la economía local. Testigos de su historia más remota son los espléndidos trabucchi, antiguas máquinas de pesca que cuentan interminables historias del mar y de la vida. No hay que perderse el espectacular evento que mejor narra el alma marinera de la ciudad: la fiesta de San Basso. Todos los años, el 4 de agosto, la estatua de la patrona de la ciudad es llevada en procesión en las barcas y barcos de pesca, en un ritual evocador del mar y la fe, tan antiguo como el canto de las olas.
