Ripalimosani

El núcleo histórico, fortificado con torreones visibles aquí y allá, se aferra a una roca en el valle del Biferno, para dar la bienvenida a quienes llegan a la curva de la Piazza del Popolo con una doble presencia histórica (a su manera, sencilla, nada intimidante), la del palacio ducal y la de la parroquia, uno cerca de la otra.

El primero, que en la zona se conoce como el Castello, tiene su origen poco después del siglo XI, para convertirse en el siglo XVI en una residencia señorial y añadírsele una torre en el siglo siguiente, pero sin borrar nunca los puntos de inserción de un puente levadizo que quizás desapareciera muchos siglos antes. Hoy en día puedes quedarte a dormir reservando en las plataformas turísticas especializadas. Contarás incluso con conexión wifi.

La segunda, la iglesia de Santa Maria Assunta, a la que se puede llegar por una breve y escenográfica escalinata, quizás no sea de orígenes tan antiguos, aunque sí medievales y, como demuestra la fachada barroca, ha tenido también una serie de intervenciones arquitectónicas a lo largo de los siglos. En su interior destacan un púlpito del siglo XVI, una escultura de madera del siglo XVIII que representa la resurrección de Cristo y una copia de la Sábana Santa obtenida en 1594 a partir del original.

En la parte opuesta de la localidad, el convento de San Pietro Celestino lleva el nombre del papa Celestino V, ya que se alojó aquí. Conserva obras de arte sobre todo del siglo XVII, aunque desde entonces se ha modernizado bastante.