Larino

La antigua ciudad molisana de Larino ya era conocida en la antigüedad: importante asentamiento del pueblo itálico de los Frentanos, se convirtió más tarde en un centro estratégico de la política territorial romana en esta parte de Italia.

Si por su parte la ciudad alta (que supera los 300 metros de altitud) revela una estructura defensiva medieval, dominada por la mole de la basílica concatedral de S. Pardo, la ciudad baja, más plana, se ha desarrollado en los últimos tiempos alrededor del área arqueológica de (nombre latino de Larino).

Esta «pequeña Roma» con todo el espíritu de Molise ha transmitido parte de su identidad hasta nuestros días, para ser redescubierta entre las ruinas de un antiguo foro, un [falta contenido], de termas y sobre todo un imponente anfitearto. Símbolo de la ciudad, la antigua plaza de toros de Larino, de forma ovalada, medía casi 100 metros a lo largo de su eje mayor y unos 80 a lo largo del eje menor, y probablemente fue utilizada para espectáculos circenses y teatrales. Por lo tanto, era una ciudad poblada y rica en la época romana, como lo demuestran los suntuosos mosaicos que embellecen los suelos de las termas.

Alrededor de la ciudad dominan el paisaje los olivos, que dan vida a un producto preciado, orgullo de la ciudad: el aceite de oliva de la variedad Gentile di Larino.