Castropignano

El espolón rocoso donde creció a lo largo de los siglos Castropignano se encuentra sobre el valle del Biferno, al borde de un tramo que va desde los Abruzos hasta Apulia, es decir, junto a uno de los caminos rurales por los que se llevaba a las ovejas a pasar el invierno cerca de la costa. No es que el pueblo haya crecido mucho, ni siquiera hoy tiene más de mil habitantes, pero esto ha permitido que el entorno haya mantenido su autenticidad. La ubicación también es envidiable: ya debía de haber una fortificación aquí en la época de los antiguos samnitas.

No exactamente en el mismo espolón, sino en otro menor muy cercano, destaca una fortaleza más concreta y más cercana en el tiempo. Son las ruinas del castillo de Evoli, heredero de época normanda de una antigua fortaleza romana, restaurada y visitable desde hace poco tiempo. La entrada lleva el escudo de armas de la familia Evoli, que fue propietaria del castillo desde el siglo XIV hasta la primera mitad del siglo XIX.

Las casas del centro histórico dominan el valle desde un acantilado. No hay que perderse aquí las iglesias de San Salvatore, con una hermosa portada románica del siglo XIV y en su interior una pila de agua bendita de la misma época, y de Santa Maria delle Grazie, con una portada renacentista y una contrafachada con bajorrelieves de estuco recubiertos de oro. El resto es un paseo por callejuelas y escalinatas, entre cuerdas de ropa tendida.