Sabbioneta, la obra maestra del Renacimiento soñada por un príncipe iluminado
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Vespasiano Gonzaga Colonna, príncipe condotiero iluminado y visionario, mandó construir Sabbioneta de la nada en la segunda mitad del 1500, creando así un lugar de asombrosa belleza, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Vespasiano fue el último duque y la gloria de la ciudad murió con él, pero el sueño permaneció intacto en su realización terrenal.
Los orígenes del nombre
El nombre de Sabbioneta deriva del latín sabulum: arena.
Estamos en la baja Llanura Padana entre Mantua y Parma, donde antiguamente se formaban los depósitos aluviales de los ríos Po y Oglio, que se convirtieron en arena seca tras las obras de saneamiento benedictinas del siglo XI.
Aquí, Vespasiano Gonzaga Colonna, representante de uno de los señores más ilustres del Renacimiento, príncipe culto y seguidor de Vitruvio, construyó su ciudad edificando también unos monumentos inmortales.
Bienvenido a la pequeña Atenas padana
Sabbioneta es una pequeña ciudad con numerosos bienes artísticos y arquitectónicos de gran valor: una pequeña Atenas padana en el pensamiento de Vespasiano I Gonzaga, su creador, o incluso una Roma en miniatura tan preciosa como la capital. El modelo en el que se inspiró el príncipe eran las antiguas ciudades clásicas, centros de cultura y del arte refinado. Hoy en día, Sabbioneta nos muestra intacta esta visión, ya que prácticamente casi nada se ha añadido en las épocas posteriores.
La primera sorpresa nos la llevamos frente a las murallas perfectamente conservadas, solemnes e inexpugnables, en las que se abren las puertas de entrada. Los principales monumentos están agrupados en muy poco espacio. Estás en el corazón del Renacimiento. Dirígete a la Piazza d’Armi, también llamada Piazza Castello, cerrada en uno de sus lados por un espléndido pórtico de ladrillo cara vista que, por su estructura, se asemeja a un acueducto romano.
El imponente pórtico es la planta baja de la Galería degli Antichi. Luego, sube al primer piso para visitar el interior: las enormes ventanas iluminan los frescos de las paredes, el techo de madera es una obra maestra y los detalles, desde los jarrones a los escudos de armas, son de un absoluto refinamiento.
Desde aquí y a través de un corredor se pasa al Palazzo Giardino, la villa privada de Vespasiano, lugar de descanso y de meditación. Admira sus decoraciones y no te pierdas el jardín anexo: su geometría perfecta, con una fuente en el centro, es el símbolo ideal del ideal renacentista de las proporciones y de la armonía.
El Teatro Olímpico también fue construido por encargo de Vespasiano I Gonzaga y es todo un espectáculo diseñado por un alumno de Palladio: Vincenzo Scamozzi.
Una vez más, quedarás hechizado por las elegantes proporciones de la logia corintia interna y por las gradas reservadas a la nobleza. Maravíllate con los frescos realizados por los artistas del taller de Paolo Veronese, donde se retratan a los personajes más destacados de la época.
El Palacio Ducal era la sede de la actividad política y administrativa, además de residencia oficial del señor. Para acceder a su interior, que también se puede visitar, deberás traspasar el pórtico, que actúa como elemento decorativo de la refinada fachada. Aquí, merece la pena detenerse en la Sala delle Aquile (Sala de las Águilas) con sus cuatro grandes estatuas ecuestres.
En la Piazza Ducale también se alza la Iglesia de Santa Maria Assunta, con su magnífico aparato decorativo: mármoles rojos y blancos, pinturas y ornamentos de estilo barroco posteriores a su construcción, así como un gran número de frescos.
5 consejos para disfrutar de unas vacaciones dinámicas en Sabbioneta
No admires solo las murallas exteriores: rodéalas durante un paseo entre prados y fosos. Observa de cerca la estructura con forma de estrella de seis puntas de las murallas de la ciudad, la misma forma que la de la ciudad que rodea.
Durante la visita a Sabbioneta, presta atención a los números 6 y 12: son los números secretos y alquímicos, que se repiten en las dimensiones de varios elementos en toda la ciudad.
Para tu estancia, elige uno de los hoteles con encanto del casco histórico, situados en residencias de época. Para disfrutar de unas noches principescas.
En el restaurante podrás degustar las especialidades locales: tortelli de calabaza, embutidos y mostazas, y ranas y caracoles para los gourmets más osados. En el momento del postre, pide los filòs di Sabbioneta, unas deliciosas galletas de fruta seca y chocolate.
Recorre en bicicleta la Ciclovia de la UNESCO, que conecta Sabbioneta con Mantua. Y, después de los tesoros artísticos, descubre los naturales pedaleando por el interior del Parque Oglio Sud entre viñedos y huertos, bosques frondosos y canales, así como inmensas extensiones de campos cultivados.