Situado en la orilla occidental del lago de Garda, en el marco de montañas y colinas, Gargnano goza de un clima templado que ha permitido el crecimiento de cedros, limones, olivos y cipreses.
El primer documento que atestigua la presencia de un núcleo habitado se remonta al año 937, pero los hallazgos arqueológicos y algunos pasajes del historiador romano Tito Livio dan testimonio de la presencia de asentamientos etruscos, celtas, cenómanos y romanos.
Después de una época gloriosa como capital durante el período de la Magnífica Patria, de 1350 a 1426, el territorio de Gargnano pasó a estar bajo el dominio de la República de Venecia.
El pueblo se desarrolla en torno al puerto: los elegantes palacios se reflejan en las aguas del lago y se funden en ellas.
Entre ellos destaca el ayuntamiento, con su fachada orientada hacia el lago, donde están incrustadas las balas de cañón que un barco austriaco disparó hacia el pueblo en 1866 durante la tercera Guerra de la Independencia, y la Villa Feltrinelli, construida a finales del siglo XIX y conocida porque albergó la secretaría de Mussolini durante la República de Saló.
Al pasear por el pueblo, se puede admirar la iglesia de Santiago, la más antigua de Gargano, que data del siglo XII. Tres frescos del siglo XIV embellecen la pared lateral externa, mientras que en su interior destaca la talla de madera de Santiago.
El territorio de Gargnano cuenta con la tradición más antigua en el cultivo de limones y son numerosas las plantaciones de limoneros a las que, durante siglos, Gargnano ha vinculado su economía y su fama.
Algunas de estas explotaciones se pueden visitar hoy en día, como la finca La Malora, la más antigua, que hoy produce licores, exquisitas mermeladas y mostazas, así como las fincas Trevisani y Gandossi.
Situado en el corazón de la reserva natural de Gardesana Occidental y parte del Parque Regional del Alto Garda Bresciano, el lago Valvestino se encuentra en el municipio de Gargnano. El pequeño lago artificial enclavado entre las montañas ofrece a los visitantes una maravillosa panorámica con agradables contrastes entre el lago, la llanura, las colinas y las montañas.
Un sorprendente espectáculo se presenta ante nuestros ojos cuando, al vaciarse el lago, emergen de las aguas las ruinas de la Aduana de Lignago, que antaño separaba el Imperio austriaco de Italia.