Villasimius
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A unos cincuenta kilómetros del puerto de Cagliari y del aeropuerto de Elmas, en la Cerdeña meridional, se encuentra Villasimius, una de las localidades de vacaciones más famosas del Mediterráneo. El motivo de tanta notoriedad es indiscutible: su litoral ofrece un conjunto único de playas blanquísimas y doradas, un mar cristalino, intensos perfumes de mirto, enebro y retama así como una capacidad de acogida al turista que se adapta a todo tipo de exigencia.
El territorio de Villasimius se extiende desde la cadena montañosa de los Sette Fratelli (Siete Hermanos) hasta las costas del promontorio de Cabo Carbonara. Si bien la zona montañosa es de una belleza única – desde la cima más elevada (el monte Minni Minni, accesible a pie o en bicicleta) se puede admirar todo el territorio. Las playas son el principal atractivo. La playa de Campulongu, de Simius y de Porto Giunco son las más conocidas por los veraneantes que transcurren largas jornadas en familia o solos, para practicar la pesca, surf, tomar el sol o nadar hasta el atardecer. En Villasimius hay donde elegir: cuenta con veinte playas distribuidas a lo largo de 32 kilómetros de costa donde alojarse en un hotel de lujo o en un agroturismo, alquilar una casa o montar la tienda en un camping.
El casco urbano del pueblo, que presume de contar con un museo arqueológico y un puerto, se encuentra a un kilómetro y medio de la playa de Simius y en verano es un volcán de festivales musicales, folklóricos y gastronómicos. Villasimius es además conocida por sus fiestas religiosas y por la producción de mieles y vinos locales, además de por sus famosos “amaretti” sardos y sus “formaggelle”.
A Villasimius pertenecen dos islas: la Isla dei Cavoli, llamada así por la presencia endémica de la col sarda en sus rocas; y la Isla de Serpentara, un nombre que deriva de la característica forma de serpiente de su lado oriental. Justamente en la Isla dei Cavoli, el tercer domingo de julio tiene lugar un evento espectacular: la procesión de barcas decoradas que se dirige hacia la estatua marina de la virgen protectora de los marineros: la Madonna del Náufrago y, después de la lluvia de coronas de flores sobre el agua, un equipo de submarinistas se adentra en los fondos marinos mientras el cura dice la misa que se transmite bajo agua a través de altavoces. La zona presenta un gran interés histórico. Como muchas localidades costeras italianas su territorio está sembrado de torres defensivas erigidas por los españoles contra los ataques árabes y bereberes; además aquí se encuentran numerosos restos nuragas de las civilizaciones que habitaron el territorio antes que los fenicios y de los romanos que poblaron a su vez la zona hoy visitable acompañados de expertos guías turísticos.
La parte de Cabo Carbonara, el punto menos lluvioso de Italia, es una zona marina protegida, un paraíso oceánico y el hábitat del más grande molusco bivalvo del Mediterráneo, la nacra (pinna nobilis). A la parte más exterior pueden acceder las embarcaciones privadas sin límites de amarre y se puede practicar la pesca submarina.