De la Costa Paradiso a Palau, entre playas y cultura
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El litoral que va de la costa noroeste a la noreste de Cerdeña es el itinerario ideal para los amantes de las bahías de ensueño y los que prefieren combinar la belleza paisajística con la cultural. Todo esto es posible al pasar de la Costa Paradiso, cuyo nombre es, como es lógico, tan rimbombante por sus maravillosas playas, a la localidad turística de Palau, de paisajes impresionantes.
Primera parada: Costa Paradiso
Entre Santa Teresa di Gallura y Castelsardo, en el noroeste de Cerdeña, se extiende la costa rocosa y accidentada de la Costa Paradiso, rodeada de enebros del matorral mediterráneo. Pequeñas superficies de arena enmarcadas en bahías encantadoras, entre montones de rocas, piscinas naturales y fiordos. Todo un rincón del paraíso de aspecto a menudo salvaje, donde el viento, siempre presente, esculpe las rocas en formas extrañas, al igual que el mistral en Isola Rossa, un pequeño y encantador pueblo de pescadores.
El viento también se impone en la península de Capo Testa, un promontorio de roca de gran importancia estratégica en la época romana por la presencia de canteras de granito. Aquí, aún hoy, pueden verse restos de las columnas talladas.
Por último, llegamos hasta Santa Teresa di Gallura, un pueblo que se llena de turistas en verano, con sus calas ocultas entre paredes de granito, modeladas por la naturaleza. Es la ventana privilegiada a las Bocas de Bonifacio, el estrecho que separa la isla de Córcega y que apenas tiene 11 kilómetros de longitud en algunos puntos.
Atestado de barcos de pasajeros y de embarcaciones de todo tipo que, sobre todo con el buen tiempo, llegan a las encantadoras islas del archipiélago de la Magdalena. Caprera, Santo Stefano, Budelli, Santa María, Razzoli, Spargi, así como La Magdalena. Aquí parten a diario grandes barcazas, catamaranes o lanchas neumáticas para recorrer estas islas paradisíacas.
Segunda parada: Palau
Situada en una ensenada que la protege de la tramontana, Palau se encuentra en la costa noreste de Cerdeña, a pocos kilómetros de la Costa Esmeralda, frente al archipiélago de La Magdalena.
Aunque el mar cristalino es quizás el principal atractivo, igualmente resulta cautivante el litoral rocoso que, gracias a la erosión del viento y del tiempo, se ha ido perfilando hasta dar lugar a esculturas naturales, como la del Oso, ahora símbolo del pueblo, llamada así precisamente porque recuerda al gran mamífero, que parece girar la cabeza hacia el mar, de cara a Caprera.
No muy lejos está Porto Raphael con sus casas blancas rodeadas de coloridos jardines y la característica plazuela, de la que parten las escaleras que suben al antiguo mirador militar. A esta altura puede admirarse el más bello panorama de La Magdalena y de todo el litoral.
Pero Palau también está lleno de historia: no puede faltar una parada en el nuraga Luchìa o las Tumbas de los Gigantes, cuyo nombre deriva de sus enormes dimensiones.