El Trenino Verde de Cerdeña: la redención de la lentitud
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Hay una forma de viajar en tren en la que no necesitas velocidad para ir de un sitio a otro porque ¡el destino es en realidad el propio viaje! Así es, subir a los trenes de época, redescubrir el encanto de los viajes de nuestros abuelos, desplazarse lentamente por un paisaje lleno de maravillas da una nueva percepción de los lugares que vamos a atravesar.
El tren lento de Cerdeña sale de Bosa
No alta velocidad, sino lentitud absoluta, para que puedas moverte libremente hacia la ventanilla que enmarque el paisaje más impresionante en ese momento. Que quede claro, no espere las comodidades a las que estamos acostumbrados hoy en día con los trenes de última generación; al contrario, la experiencia es bastante espartana. Por eso la oferta es variada, con excursiones que duran menos de hora y media y se consideran asequibles para todos (incluidos ancianos y niños). Eso sí, asegúrese de llevar siempre algo de beber. Así, a bordo del Trenino Verde podrá descubrir los territorios comprendidos entre Bosa y Nigolosu y viceversa. Bosa es el característico pueblo con el barrio histórico de sa Costa, formado por casitas de colores en las laderas de la colina de Serravalle, dominada en el punto más alto por el castillo Malaspina del siglo XII. Nigolosu es una estación en plena campiña al oeste de la ciudad de Magomadas. Fue inaugurada en 1888 y consta únicamente de una vía de circulación, equipada con una plataforma en la que se coloca un depósito metálico (como los que hay en las estaciones del Lejano Oeste). En verano, la excursión puede resultar complicada: ¡no hay aire acondicionado en estos vagones de época!
Con calma a través de Gallura
Un viaje en tren de tres horas y media que recorre menos de 60 kilómetros: esta es la esencia de la experiencia que puedes vivir con el Trenino Verde de Cerdeña en la ruta entre Palau y Tempio Pausania y viceversa. Siempre es necesario un buen espíritu de adaptación, ya que viajarás en vagones de otra época. El recorrido comienza en Palau, a unos metros de la estación de Palau Marina, un viaje que va del mar a la montaña atravesando toda la Gallura hasta la llegada a Tempio Pausania, el punto más alto de todo el ferrocarril. Después de Arzachena, el viaje continúa en constante ascenso, y la lentitud permite una verdadera inmersión en la naturaleza a través de un paisaje marcado por el matorral mediterráneo, los alcornoques y los acantilados de granito. Esta excursión incluye una breve parada intermedia.
En un tren de época, sin prisa
Un tramo fascinante del Trenino Verde de Cerdeña es el de Arbatax-Gairo y viceversa, que dura unas tres horas y media, con una pausa intermedia entre las dos estaciones principales. Terminada en 1894, la línea de ferrocarril Arbatax-Gairo conecta el mar, que en estas zonas alberga el monumental bloque de acantilados conocido como Rocce Rosse, con la montaña del interior. A la entrada del puerto de Arbatax, desde la estación junto al mar, se parte por los territorios de Villagrande y Tortolì. Está prevista una parada en la bonita estación de Lanusei para disfrutar de un pequeño desayuno o un buen café. Cuando te vuelvas a poner en marcha, podrás disfrutar del impresionante paisaje hacia la costa. Otra breve parada en la estación de Arzana para estirarte y admirar el paisaje y, luego, una vez que llegues a la estación de Gairo Taquisara, podrás visitar el pueblo fantasma de Gairo Vecchio. Si no te has podido llevar tu comida, que puedes comer al aire libre en los bosques cercanos, puedes comer en las instalaciones de alojamiento que encontrarás en el lugar. El regreso a Arbatax está previsto para la tarde.
Al corazón de Cerdeña en tren
Para los viajeros amantes del conocimiento y el descubrimiento, la línea ferroviaria desde Mandas a Laconi (unas tres horas y media de ida, algo menos de vuelta) atraviesa el centro de Cerdeña. A lo largo del camino puedes disfrutar de destellos de rara belleza mientras viajas no solo con tranquilidad, sino también hacia atrás en el tiempo: de hecho, viajas tal y como lo hacía la gente hace más o menos 100 años, sin las comodidades a las que actualmente estamos acostumbrados. Por lo tanto, no hay asientos acolchados, ni aire acondicionado, ni vagones insonorizados, ni enchufes eléctricos o USB en los asientos, ni bar o restaurante a bordo. Sin embargo, estos pequeños sacrificios e inconvenientes siempre se ven compensados por la experiencia única de atravesar una naturaleza salvaje y virgen que aún no ha sido socavada por la intervención humana. Recomendación: sobre todo en verano, pero para cualquier época, es conveniente llevar una botella de agua.