Porto Rotondo
Nos remontamos a 1965: Porto Rotondo, cuyo nombre deriva de la bahía redondeada a la que se asoma, era un pueblo casi desierto, formado por unas pocas casas y rodeado de una naturaleza agreste y salvaje. Más tarde llegó la intuición de los condes Niccolò y Luigino Donà delle Rose, que junto con amigos, arquitectos y escultores de renombre, comenzaron a planificar la expansión del pueblo para convertirlo en un destino turístico exclusivo para laalta sociedad. Y la idea funcionó. Empezaron a llegar aristócratas, personalidades famosas del cine y del mundo del espectáculo, empresarios, intelectuales, artistas y literatos. El trazado urbano es una clara y nostálgica referencia a Venecia, ciudad de origen de los condes. No es casualidad que la plaza sobre la que gravitan los edificios se llame San Marcos. Entre lujosos hoteles y fastuosas residencias, en Porto Rotondo se mueven también hoy rostros de la jet set internacional, junto a los turistas «normales» que buscan relajarse en las magníficas playas de la Costa Esmeralda.
Playa Rena Bianca
Salimos de Porto Rotondo por via Monte Ladu, siguiendo la carretera provincial 99, y a continuación giraremos por la 73. Pasado el golfo de Cugnana, puerta de acceso a la zona del consorcio de la Costa Esmeralda, y más adelante superado el pequeño y pintoresco puerto turístico de Portisco, seguimos ruta por la provincial 94. En un momento, encontramos el cartel marrón que indica el acceso a la playa. El nombre, Rena Bianca, evoca el color de la arena, muy blanca, fina y suave, pero con algún que otro reflejo rosa debido a los pequeños granos de cuarcita. Hundir los pies en ella te provocará una sensación de placer, que se convierte en asombro al contemplar el mar turquesa y verde esmeralda, los acantilados de granito rojizo y la corona de verde y fragante vegetación que enmarca la playa. El panorama enmarca a la izquierda las islas de Soffi y Mortorio. La playa es de acceso libre, pero se pueden alquilar sombrillas y tumbonas y diferentes equipos para explorar la costa, como canoas, motos acuáticas o pedalos. Además, hay una escuela de windsurf. En temporada alta suele estar muy concurrida. Por lo tanto, quien quiera escapar de la multitud, puede tomar los dos senderos que parten del aparcamiento y del lado izquierdo de la playa, atravesando el promontorio septentrional, para llegar a un pequeño arco arenoso y salvaje llamado «Lu Stagnu Longu», por el pequeño estanque que queda a las espaldas.
Cala Razza di Giunco
Desde la playa Rena Bianca continuamos por la carretera provincial 94 hacia el norte y en pocos minutos llegamos a Razza di Giunco, bien señalizada con un cartel marrón. La cala debe su nombre a los juncos que crecen no muy lejos, en las zonas pantanosas que anticipan las playas de esta zona costera.
Razza di Giunco, o Junco, comprende tres lenguas de arena blanca y dorada, fina o formada por guijarros, flanqueadas por pintorescos escollos de granito rosa y arbustos que a veces llegan casi a la orilla. El mar cambia de azul cobalto a tonos esmeralda. Por su parte, los fondos marinos son poco profundos y están ricamente poblados, por lo que los arenales son un destino ideal para el snorkeling. A nuestras espaldas, el verde, y delante el horizonte de las embarcaciones fondeadas en el mar, desde las más majestuosas a las más pequeñas.
Pero la mirada puede abarcar hasta el islote de Portisco, Porto Rotondo y Punta della Volpe. La cala ofrece diversos servicios, como el alquiler de equipos de baño y deportivos, un quiosco y un aparcamiento. Además, se admiten perros.
Cala Petra Ruja
Siguiendo la SP 94 y desviándonos por la 160 llegamos a Cala Petra Ruja y Liscia Ruja. Estas son las playas más populares de la Costa Esmeralda, que combinan un aspecto glamuroso, debido a los restaurantes de categoría y los «beach clubs», con una naturaleza virgen.
Cala Petra Ruja (es decir, piedra roja) es realmente salvaje, al estar delimitada por dos promontorios, protegida por una zona de enebros, elicrisios, juncos de mar, roquetas y lirios de mar, y salpicada de rocas y guijarros de granito que tienden al rojo. El agua, que va del celeste al turquesa pasando por el verde, baña una arena blanca y suave. Liscia Ruja es la playa esmeralda más extensa: 500 metros de playa de arenas blancas con reflejos dorados y rosados (según los juegos caprichosos de la luz) y un mar cristalino, de un turquesa intenso.
Ambas se asoman a las pequeñas islas de Soffi y Mortorio, ofreciendo un panorama envidiable. Desde Liscia Ruja también se puede divisar la costa de Capriccioli, la siguiente etapa del itinerario.
Cala Capriccioli
Un poco más allá de las dos playas para la «jet-set» se abre paso la franja de la encantadora Capriccioli, término gallurés que significa «cabras» y alude a la pareja de rocas de granito formadas por el viento y el mar y que separan dos bahías compuestas por pequeñas playas de arena muy fina, suave y clara, con tonos plateados.
El mar que las baña es nada menos que la espléndida Costa Esmeralda, con matices que van del azul celeste al turquesa, pasando por el verde, interrumpido de vez en cuando por rocas rosadas que brotan del agua. Como telón de fondo, el verde de los enebros, lentiscos y los pinos marítimos. El litoral de Oriente, La Celvia, presenta un fondo poco profundo y arenoso, por lo que es ideal para que los niños puedan jugar.
Bloques de granito rosa lo separan del otro arenal formado por la playa del Pirata, dotada de un pequeño embarcadero de madera para el atraque de lanchas neumáticas, canoas y pedalos de alquiler. Un poco más adelante encontrarás la playa de las Tortugas, protegida por dunas y enebros, un oasis natural donde las tortugas marinas acuden a poner sus huevos. Ambas bahías están protegidas por el Maestrale.
Playa Poltu de li Cogghj o del Príncipe
Poltu de li Cogghj, la elegida del Aga Khan, el príncipe ismaelita sin el cual la Costa Esmeralda®, uno de los destinos más famosos del turismo internacional de élite, no habría existido, se ha convertido en la playa del Príncipe. Enclavada en una profunda ensenada, forma un arco perfecto de arena blanca separado en dos secciones por un promontorio de rocas y sabinas que parece casi un atolón tropical.
A pesar de la exclusividad que le otorga el imponente escenario, el acceso es totalmente libre. El espectáculo comienza ya desde el tortuoso sendero que se recorre para alcanzarla. Una vista más única que extraña, con el contraste entre el verde de los matorrales, el blanco de la orilla arenosa y las variaciones del azul y verde del mar. Los terrenos situados tras la playa fueron los primeros en ser vendidos al consorcio, y el Aga Khan los eligió para construir su villa, pero nunca llegó a edificarse.
Il Grande Pevero
Llamada en el pasado «rena manna», es decir «playa grande», el Grande Pevero debe su nombre al golfo que lleva el mismo nombre. Una media luna de arena blanca y casi impalpable, de unos 300 metros de largo, bordeada por rocas de granito y matorrales y bañada por un mar completamente translúcido, verde y azul, que se vuelve transparente en la orilla. El fondo es poco profundo y plano, por lo que la playa es ideal para los niños. En la parte trasera de la playa encontrarás un terreno cubierto por campos de golf muy bien cuidados. No muy lejos podrás visitar a la hermana menor, llamada Pequeño Pevero, desde donde se pueden ver las islas de Li Nibani (las gaviotas) y las aves marinas que las habitan.
Porto Cervo, la reina de la Costa Esmeralda
Ubicado en una cala protegida del viento, Porto Cervo es el centro neurálgico de la Costa Esmeralda. Si para muchos es sinónimo de un estilo de vida exclusivo, para los deportistas es el epicentro del «yachting» internacional, apelativo ganado a pulso por haber acogido el primer desafío italiano en la Copa América en 1983 con la legendaria Azzurra.
El desembarcadero está situado al final de un puerto natural que se ramifica en varias ensenadas, lo que explica la referencia al parecido con el animal. La icónica plaza y las calles acogen elegantes y exclusivas boutiques, bares y locales llenos siempre de actividad. También podrás visitar la original iglesia Stella Maris. Sinuosa y blanquísima, cuenta con un pórtico sostenido por bloques de granito, un campanario cónico y una pequeña cúpula en forma de embudo revestida de mayólicas color turquesa (decorada gracias a las aportaciones de los acaudalados vecinos de la Costa Esmeralda).
La Mater Dolorosa pintada por El Greco, por ejemplo, fue donada a la iglesia por la Baronesa Tissen-Bentinck. En cuanto al alma deportiva del lugar, el calendario de eventos abarca de abril a septiembre y vive su momento álgido hacia el final de la temporada en las regatas de Maxi Yacht. Ofrecen el espectáculo de contemplar docenas de embarcaciones compitiendo con el telón de fondo las islas del archipiélago de la Maddalena, en el Golfo de Arzachena o en el de Cala di Volpe.
El Yacht Club se encuentra al final del paseo de la nueva Marina de Porto Cervo y se asoma a la plaza Azzurra, otro exclusivo lugar de encuentro y compras, que en las semanas de actividad deportiva se convierte en el centro del Village Regate.