Bastione di Saint Remy de Cagliari
Nos encontramos en el barrio Castello que domina desde lo alto la ciudad y que representa para los sardos la urbe en su totalidad; no en vano, esta antigua roca ha sido testigo de gran parte de la historia de la isla. Pasea por las estrechas calles, entra en las numerosas tiendas de artesanía local, admira los edificios históricos y, por supuesto, entra a visitar sus iglesias. Disfruta de las amplias vistas que ofrece el Bastione di Saint Remy: desde aquí se ven los barrios Marina y Stampace, así como el puerto e incluso el Poetto. Admira las vistas primero desde la parte baja, desde la animada plaza Costituzione, luego asciende las largas escaleras o toma el ascensor panorámico al atardecer, cuando la luz se atenúa y tiñe de colores pastel las fachadas de las casas; o el domingo por la mañana, cuando el mercado al aire libre de artesanía artística, pintura, fotografía y coleccionismo llena las calles de vida.
De paseo por el barrio de la Marina
Diseñado por los pisanos en el siglo XIII, junto con Castello, Stampace y Villanova, el Rione Marina es uno de los barrios más antiguos de Cagliari, el corazón de la ciudad. Puerta de acceso a la ciudad desde el puerto, en el pasado estaba habitado por pescadores, marineros y comerciantes y ha sido el lugar de llegada de muchas comunidades venidas de países lejanos, lo que lo ha convertido, desde hace algún tiempo, en una «mezcolanza de culturas y tradiciones». También hoy conserva un espíritu vivaz y bullicioso, tal vez más que otras zonas. Ponte unas zapatillas cómodas porque aquí, entre estrechos callejones, todo es subir y bajar, un verdadero placer. Encontrarás boutiques, talleres artesanales, galerías de arte, puestos de telas de colores y especias, locales étnicos y restaurantes tradicionales y cafés literarios. Además, podrás visitar la iglesia de San Sepolcro (de origen gótico-catalán, su gran capilla barroca de la Piedad se añadió en el siglo XVII) y el área arqueológica de Sant'Eulalia con el Museo del Tesoro, que conserva valiosas obras de las iglesias de Sant’Eulalia, San Sepolcro y Santa Lucia. Por último, te vamos a desvelar un pequeño secreto: a los habitantes de la Marina se les llamaba irónicamente «Culus Infustus», es decir, «culos en remojo» (en el agua del puerto), ¡pero no se lo digas a los lugareños!
Santuario y Basílica de Nuestra Señora de Bonaria
El santuario se encuentra en la cima de la colina de Bonaria (es decir, del «buen aire») un poco alejado del centro de la ciudad, a 1 km al sureste de via Roma. Nace en 1324, cuando durante el asedio de los pisanos, el rey Alfonso de Aragón decidió acampar en la colina y construir una iglesia y un castillo. Destino de peregrinación desde cualquier parte del mundo, los fieles vienen aquí para dar gracias a Nuestra Señora de Bonaria, una talla de madera de la Virgen con el Niño escondida en un nicho detrás del altar mayor y, según cuenta la leyenda, salvó en 1370 a un barco de marineros españoles de una tormenta. La devoción fue tal que en 1536 el conquistador español Pedro de Mendoza bautizó la actual capital de Argentina con el nombre de «Puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires» precisamente en honor del santuario cagliaritano. Junto al santuario se encuentra la basílica monumental de 1704, que ha sido remodelada varias veces y de forma escalonada (las obras no se declararon terminadas hasta 1926).
Si estas historias de guerra y milagros han despertado tu curiosidad, desde viale Diaz puedes ascender por la espléndida y amplia escalinata (a menudo utilizada como escenográfica pasarela para desfiles de moda) que conduce a la plaza de la basílica y, antes de entrar en la iglesia, recorrer la plaza para admirar el sugerente panorama de Cagliari y del mar.
El Parque Molentargius
Quizá sea este el lugar que uno no espera, el que más sorprende de todos. Porque si bien es cierto que la naturaleza en Cagliari ha sido muy generosa, también es cierto que encontrar una colonia de flamencos rosados a pocos pasos de la ciudad es algo raro (de hecho, muy raro). El Parque Natural Regional Molentargius-Saline, establecido en 1999 y que se extiende a lo largo de más de 1600 hectáreas, es un humedal reconocido de importancia internacional. Comprende cuencas de agua dulce (Bellarosa minor y Perdalonga) y de agua de diversa salinidad (los estanques de Molentargius y de Quarto) divididos por una meseta de origen arenoso (Is Arenas). Todo este ecosistema permite la supervivencia de diversas especies vegetales y animales, en particular de los flamencos rosados (aquí llamados «sa genti arrubia», el «pueblo rojo») que anidaron aquí por primera vez en 1993. Aprovecha los recorridos libres dentro de la zona para descubrir este patrimonio natural único y observar de cerca a sus habitantes.
La playa del Poetto
Por aclamación popular (de los vecinos de Cagliari, claro), Poetto es la playa de la ciudad por excelencia, la elegida. Desde la primavera hasta finales del verano, es aquí donde los cagliaritanos vienen a almorzar o después de un día de trabajo para disfrutar de un merecido descanso, pero también por la noche, para cenar en un restaurante o para participar en eventos nocturnos. La costa se extiende a lo largo de 8 km, desde el promontorio de la Sella del Diavolo hasta la costa de Quartu Sant'Elena. Se puede llegar en transporte público desde el centro de la ciudad y también está comunicada por un carril bici que discurre cerca del mar. La popularidad de la playa comenzó en las primeras décadas del siglo XX, con la construcción de la línea del tranvía (los distintos sectores en que se divide la playa se llaman «paradas» porque corresponden a las paradas que hacía el tranvía) y la aparición de los primeros establecimientos de baño; después, el viento se llevó las dunas y la industria de la construcción redujo el arenal a fuerza de construir, pero la playa sigue siendo bonita, bien equipada y cuenta con numerosos chiringuitos. Luego, cerveza en mano (que solo puede ser Ichnusa), hunde los pies en la arena y disfruta del paisaje, con el mar verde esmeralda y la playa rosa al atardecer, una sensación tan agradable que recordarás durante mucho tiempo.