Oliena
A solo diez kilómetros de Nuoro, enclavado al pie de los relieves calcáreos del monte Corrasi, que recuerdan a los Dolomitas, encontrarás el pueblo de Oliena, Bandera Naranja del Touring Club Italiano y conocido sobre todo por su aceite de oliva virgen extra y por un tinto de uva Cannonau, de los mejores de Cerdeña. Y también por los preciados objetos de gran artesanía y joyería expuestos en las tiendas del centro histórico.
Pequeñas y sobrias iglesias rurales (hay once en pocos metros) dan a los estrechos callejones del barrio Sa Maddalena, salpicado de casitas de piedra, paredes blancas encaladas, patios, arcos y balcones pintorescos, que se pueden visitar de septiembre a diciembre durante el evento «Autunno in Barbagia», el que participan muchos otros municipios.
Oliena ofrece su aspecto más bello y auténtico durante las celebraciones tradicionales, especialmente con motivo de la Pascua o de la fiesta de agosto de San Lussorio, cuando hombres y mujeres se visten con trajes de colores y chales de seda para exhibirse en cantos, competiciones y bailes por las calles del pueblo.
Alrededor del poblado de Oliena se pueden ver los espectaculares paisajes montañosos del Supramonte. En ellos, ascendiendo por bosques de encinas, eucaliptos y lentiscos, y atravesando cuevas kársticas y lagos subterráneos, podrás divisar entre los picos raras aves rapaces volando, como el buitre leonado o el buitre negro.
Antes de dejar el Supramonte de Oliena, no puedes dejar de visitar Su Gologone, un manantial espectacular que se encuentra entre paredes rocosas, así como tampoco los complejos arqueológicos de Tiscali y de Serra Orrios, antiguos asentamientos de origen nurágico llenos de misterio y azotados por el viento de la isla.
Dorgali
De camino al pueblo de Dorgali, la Barbagia de Nuoro te seguirá sorprendiendo con sus paisajes vírgenes, rodeados de pintorescos viñedos de uvas Cannonau a unos metros del mar. Como en Oliena, la comunidad de la Barbagia, que durante siglos fue autárquica y autosuficiente, aquí también mantiene aún un estrecho vínculo con las sobrias y orgullosas costumbres del pasado y, en ella, el lujo y el encanto de la Costa Esmeralda, a poco más de cien kilómetros, parecen estar a años luz de distancia.
En Dorgali también se confirma la fuerte vocación de la Barbagia por la artesanía: las tiendas del centro histórico venden cerámicas, alfombras y joyas realizadas con la técnica de la filigrana, muy utilizada en esta parte de Cerdeña, donde no dejarás de tener la oportunidad de hacer compras enogastronómicas, sobre todo, de productos lácteos de cabra y oveja.
La tradición del «canto a tenore» sardo, declarado patrimonio inmaterial por la Unesco también es propia de Barbagia y el pueblo de Dorgali: cuatro voces masculinas con diferentes timbres se colocan en círculo y se alternan con una voz solista, que entona antiguas rimas poéticas.
Después de un agradable paseo por las calles de Dorgali, incluida la parada en el Museo Cívico Arqueológico, será hora de dirigirte a la cueva de Ispinigoli. Esta cueva, una de las perlas del patrimonio geológico sardo, es una profunda cavidad repleta de estalactitas y estalagmitas en la que hay una altísima columna de piedra caliza de unos 38 metros.
Cala Gonone
Cala Gonone, aldea costera del municipio de Dorgali, se comunica con el interior por una carretera curva y empinada que, entre curva y curva, desciende hasta las cristalinas aguas del golfo de Orosei, en el mar Tirreno.
Lo que antaño fue un pequeño puerto pesquero hoy es un punto de referencia imprescindible del turismo costero a lo largo de la salvaje costa oriental de Cerdeña. Embarcaciones con diferentes tamaños y comodidades recogen grupos de viajeros en el puerto de Cala Gonone para luego dirigirse a las numerosas calas apartadas del parque nacional del golfo de Orosei y del Gennargentu, a las que solo se puede llegar navegando o siguiendo rutas de senderismo a pie.
Continuando desde Cala Gonone hacia el sur, pronto encontrarás la cueva del buey marino, una amplia cavidad de roca excavada por el mar en la que antaño vivían unos rarísimos ejemplares de foca monje (los bueyes marinos que dieron nombre a la cueva).
Un poco más allá encontrarás la maravillosa Cala Luna. Está situada al pie de un escarpado acantilado y flanqueada por un pequeño estanque costero perfumado por coloridos arbustos de adelfas, y en sus alrededores también se ocultan varias cuevas marítimas. Podrás explorarlas todas antes de volver al muelle de Cala Gonone.
Baunei
Al volver de Cala Gonone hacia el interior de Dorgali, en dirección a Baunei, pronto encontrarás los paisajes vírgenes y poco habitados por los que se caracteriza esta parte de Cerdeña: una inmensa extensión de piedra y vegetación, perfumada por el aroma del lentisco y los ciclámenes silvestres, el mirto y muchas otras variedades de arbustos del maquis mediterráneo.
A pocos kilómetros al sur de Dorgali, merece la pena desviarse del desfiladero de Gorropu, un auténtico cañón que atraviesa las montañas del Supramonte cerca de Urzulei. Aquí, el río Flumineddu modela y excava desde hace milenios escarpadas paredes de roca que se alzan con una altura de hasta 200 metros. Algunas secciones de la garganta de Gorropu se pueden ver afectadas por períodos de inundaciones: te recomendamos informarte con antelación sobre las condiciones meteorológicas antes de aventurarte por el sendero natural.
La llegada al pueblo de Baunei, a las puertas de la zona de Ogliastra, se ve precedida por una espléndida vista de las escarpadas cumbres del Golgo, una meseta de origen calcáreo reverdecida por densas encinas. Desde hace generaciones, Baunei es el punto de encuentro de la gran comunidad de pastores sardos de la zona y sorprende por su posición geográfica: construcciones antiguas y bajas, agrupadas en torno a la blanca iglesia de San Nicola, van ascendiendo hasta la cima de la montaña, con vistas al inmenso panorama del territorio circundante.
Para quienes no quieren renunciar al mar, a pesar de las numerosas opciones para hacer senderismo y vivir aventuras que ofrece el interior, desde Baunei, o más bien desde la aldea marítima de Santa Maria Navarrese, se puede llegar de nuevo al litoral del golfo de Orosei, en dirección a playas vírgenes y de difícil acceso. Impresionantes acantilados dominan el paisaje maravillosamente conservado de Cala Sisine, Cala Mariolu y Cala Goloritzé: esta última es, según opinan muchos viajeros, una de las perlas más vírgenes e irrenunciables de toda la costa sarda.
Arbatax
Desde Baunei y hacia el sur, el recorrido se adentra aún más en el entorno de Ogliastra para acceder a una gran llanura cerca del municipio de Lotzorai. Entre los campos cultivados se esconde la necrópolis de Fund'e Monti: un complejo de quince antiquísimas tumbas subterráneas, conocidas también con el nombre sardo de «domus de janas» (casas de hadas).
Un poco más allá, encontrarás el municipio más poblado de Ogliastra, Tortolì. Bañado por un gran estanque marítimo, entre cuyos cañaverales habitan cormoranes, halcones peregrinos y otras especies de fauna, Tortolì se conoce sobre todo por su animada aldea costera, Arbatax, con una ubicación privilegiada en una península cuya punta, el cabo Bellavista, se lanza hacia el este en las aguas cristalinas del mar Tirreno.
A pesar de haberse establecido como un importante punto de arribo para algunas líneas de transbordadores que la conectan con Génova y Civitavecchia, Arbatax nunca ha pasado a ser una gran ciudad costera, sino que sigue conservando el aspecto de un pequeño asentamiento turístico, salpicado de chalés, locales y restaurantes junto al mar.
A lo largo de su escarpada costa, descubrirás algunas de las playas más apreciadas de la costa oriental de Cerdeña: Cala Moresca y la playa de Porto Frailis, el litoral de Orrì y la amplia bahía de San Gemiliano, de las más famosas.
Antes de abandonar Arbatax para proseguir con nuevos itinerarios por la auténtica Cerdeña o volver a casa, ningún viajero puede dejar de rendir homenaje a la gran formación geológica de pórfido rojo que domina el puerto de la ciudad y que figura entre los símbolos más reconocibles de toda Ogliastra.
Orgosolo
Dejando atrás Arbatax y su naturaleza, te dirigirás a Orgosolo, adentrándote en el paisaje intacto y solitario del Supramonte, dentro del parque nacional de Orosei y del Gennargentu, con el bosque de Montes. Situado en una amplia cuenca y con una antigua vocación pastoral, el pueblo es uno de los más conservadores del territorio de Nuoro. Ha mantenido casi intacto el núcleo más antiguo, con sus empinadas y sinuosas callejuelas a las que se asoman las típicas casas barbaricinas, sencillas y básicas, a veces incluso incompletas porque a menudo fueron construidas por los propios habitantes, como es tradición en muchos pueblos de estas zonas. En medio de tanta simplicidad, sin embargo, hay notas de color de gran interés: hablamos de los murales pintados sobre el gris de los muros alrededor de los años setenta del siglo XX. Son alrededor de un centenar y hablan de tradiciones, costumbres, pero también de cultura, de luchas de poder y de disidencia. Un paseo que recuerda un poco a asistir a una lección de historia, o a la lectura silenciosa y emotiva de una novela gráfica en la que solo hablan las imágenes. Para evocar tradiciones y costumbres se celebra, además del evento Autunno in Barbagia, la fiesta de la Asunción el día del Ferragosto. Es una de las citas más folclóricas de toda Barbagia, una fiesta en la que se puede admirar el espléndido traje tradicional de las mujeres de Orgòsolo. Por último, si aún te queda tiempo, puedes acercarte hasta el bosque de Mòntes o al pueblo de Mamoiada, un pequeño y característico municipio conocido por el Carnaval de los mamuthones.