Abadía de la Santísima Trinidad

La Abadía, declarada Monumento Nacional, fue uno de los centros religiosos y culturales de mayor importancia en el sur de Italia durante la Edad Media.
San Alferio Pappacarbone, que se retiró en 1011 en el valle del Selano bajo la gran cueva Arsiccia para llevar una vida eremítica, fue exhortado a construir un monasterio de tamaño modesto con una pequeña iglesia anexa después de la llegada de los discípulos. San Pedro Abad (1079-1123) amplió y transformó la estructura en una basílica de varias naves, llevando la Abadía fuera del contexto local y poniéndola a la cabeza de una vasta congregación monástica (conocida como «Ordo Cavensisis»). En 1394 el Papa Bonifacio IX la eligió como sede episcopal. La basílica actual fue diseñada por el arquitecto Giovanni del Gaizo por encargo del abad D. Giulio De Palma en 1761. El interior, tras el reciente revestimiento de las paredes y la pavimentación con mármoles polícromos, ha ganado en luminosidad y armonía.
De la antigua basílica quedan dos capillas en cuyos altares se encuentran preciosos relieves esculpidos por Tino da Camaino, encargados por el abad y consejero real Filippo de Haya. Además, inmediatamente después de la balaustrada, podemos admirar cuatro estatuas de mármol, entre ellas las de Santa Felicita y San Mateo, del siglo XVI. A la derecha de la basílica se encuentra la celda cueva de San Alferio, que contiene la urna con sus reliquias, mientras que a la izquierda se encuentra el altar de San León con su urna y otras reliquias de santos. Los frescos de la basílica son obra del pintor calabrés Vincenzo Morani, que en 1857 pintó «San Alferio en contemplación de la Santísima Trinidad» en la bóveda del coro, una visión del Apocalipsis en el transepto derecho y la «Resurrección» con profetas y apóstoles en el izquierdo. Además, bajo los 12 altares de la basílica se conservan las reliquias de los 12 abades santos. Al lado de la iglesia podemos contemplar la fuente construida en 1772 por Tommaso Liguoro. El pequeño claustro, que data de los siglos XI-XIII, aunque pequeño en tamaño, es la parte más interesante de la abadía. A pesar de haber sufrido muchas intervenciones, recuerda en su estructura los claustros amalfitanos contemporáneos, los de San Domenico en Salerno y Santa Sofía en Benevento, con arcos en forma de herradura, un recuerdo de influencias musulmanas. Adyacente al claustro se encuentra la gran Sala Capitular, del siglo XIII, que alberga algunos valiosos sarcófagos romanos, atribuidos al siglo III d.C. También son muy sugestivas las dependencias, de distintas épocas (construidas a partir de los siglos IX-X con posteriores renovaciones en el siglo XII), del sótano de la abadía y del pequeño claustro, conocido como «cementerio lombardo», utilizado como cementerio de monjes y seculares.