Santa Severina

A mitad del camino entre el mar Jónico y las montañas de Sila, en lo alto de un precipicio que se destaca propio en el centro de un amplio valle, aflora Santa Severina que, vista desde lo lejos, parece un barco gigante en el mar de la llanura calabrés. Por su posición estratégica y por la fortificación que la protege, Santa Severina fue un lugar impenetrable. Su Castillo, de hecho, es un espléndido ejemplo de ingeniería militar: complejo y, aún hoy, en buen estado, consta de un torreón cuadrado y cuatro torres cilíndricas en las esquinas que protegían el territorio. En el interior quedan los misteriosos laberintos subterráneos, las caballerizas, las salas en las que hay hermosos frescos del Barroco realizados por Francesco Giordano. Hoy en día, el castillo alberga un museo y sin duda merece una visita, aunque sólo sea para revivir la atmósfera que evoca su historia