Estratégicamente situada donde las escarpadas montañas de la Sila descienden hasta la costa de arena blanca, la ciudad calabresa de Rossano, joya de la provincia de Cosenza, nos acoge con su patrimonio natural, histórico y artístico y el esplendor de una belleza intemporal.
Historia, arte y cultura de la "Perla Bizantina" de Calabria
Presumiblemente fundada por los enotrianos, pasó a ser romana y luego pasó bajo dominio bizantino, normando y suevo. En la época bizantina, la ciudad vivió un periodo de gran esplendor: se convirtió en el centro estratégico del Imperio bizantino del 540 al 1059, fue la sede, en 951-952, del Strategus (el jefe militar y civil), transformándose así en la capital de las posesiones bizantinas en Italia: la Bizantina, la Rávena del sur, la Perla bizantina de Calabria. Nueva sede del poder político, religioso y artístico, Rossano ofrecía un entorno rico y estimulante que también influyó en la sociedad de la época. Papas como Zósimo, Juan VII, Zacarías, Juan XVI, pero también San Nilo, monje y fundador de muchas espléndidas abadías, ante todo la famosa abadía griega de Grottaferrata, cerca de Roma.
Un arte totalmente italiano que habla de Grecia
Este fértil sustrato, rico también en talleres artesanales y tiendas de arte, dio impulso a un floreciente renacimiento cultural y artístico, visible en la Catedral de Maria Santissima Achiropita, de gran valor arquitectónico y estético. Fue aquí donde en 1879 se encontró el precioso manuscrito que sin duda llegó a Rossano gracias a unos monjes que huían de las invasiones bárbaras o de la furia iconoclasta que asoló Oriente entre los siglos VII y VIII: el Codex Purpureus Rossanensis, antiguo Evangeliario declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, conservado en el Museo Diocesano. Catorce hermosas miniaturas embellecen uno de los libros evangélicos más antiguos del mundo: 188 hojas de pergamino teñidas de púrpura, de ahí su nombre, que contienen todo el Evangelio de Mateo y casi todo el de Marcos. Es un documento simbólico de Calabria, región que supo sintetizar las civilizaciones greco-oriental y latino-occidental.
Cerca de Rossano se encuentra también otro importante documento de la arquitectura bizantina calabresa de época medieval: la iglesia de Santa Maria del Patire o Patirion, con su estupendo mosaico en el suelo.
Guardando la suave costa arenosa se encuentra la torre normanda de Sant'Angelo que, con sus innovadoras soluciones defensivas, ofrecía protección contra los ataques del mar. Su planta estelar con cuatro bastiones en punta de diamante también podía resistir asedios gracias al pozo, que atravesaba toda la torre en vertical y aseguraba el suministro de agua a todas las plantas. Hoy, exposiciones, conferencias y actividades teatrales dan nueva vida a sus muros.
Entre dulce y amargo: el famoso regaliz Amarelli y su Museo
La zona de Rossano, desde las escarpadas montañas hasta el mar, ofrece numerosas oportunidades para vivir unas vacaciones en contacto con la naturaleza: el senderismo, el cicloturismo y el trekking brindan la oportunidad de sumergirse en la gran variedad de paisajes del Parque Nacional de la Sila o del Parque Nacional del Pollino.
La particularidad de la zona, con su microclima, ha favorecido el cultivo y la producción del famoso regaliz Amarelli, exportado a toda Europa y al mundo entero.
El Museo del Regaliz Giorgio Amarelli expone herramientas y utensilios utilizados en la transformación de la raíz de la que se obtiene el preciado producto: ropas, objetos y manuscritos cuentan la historia de una familia que, desde hace unos cuatro siglos, explota las ramas subterráneas de las plantas de regaliz que crecen silvestres en la costa jónica. Todo el complejo de finales del siglo XVIII, con el centro museístico y el auditorio, es hoy el corazón "caliente" y palpitante de la vida cultural.
Un abrazo de aromas y sabores
Si el producto por excelencia de esta tierra es el regaliz, el vasto y singular territorio ofrece los más variados productos, como el aceite de oliva blanco, antaño utilizado en rituales sagrados.
Típicos de esta zona, que siempre ha sido una encrucijada de culturas, son los productos que enriquecen la cocina típica con aromas que nos hablan de tierra, mar, sol, oriente y occidente ... que nos hacen sentir el abrazo del Mediterráneo.