Hay quien dice que el nombre de Orsogna deriva de los osos que antiguamente poblaban el territorio; hay quien, en cambio, sostiene que es el vecino barrio de Rissogna el que le dio nombre.
Independientemente de los hechos, son indiscutibles la belleza y los atractivos de este pueblo de la provincia de Chieti, que se eleva hacia el cielo a unos 500 metros de altura, a pocos kilómetros del parque nacional de la Majella.
Todo es verde a tu alrededor. Verde que brilla en los viñedos, en los olivares, en los prados, en los valles y en el parque fluvial de la Annunziata, que rodea la localidad. Un pulmón majestuoso que te invitamos a explorar por la riqueza de su vegetación.
Puedes encontrarte con raras orquídeas, prímulas y ciclámenes, entre pequeños cursos de agua que en el pasado alimentaban varios molinos, hoy abandonados; no es difícil que encuentres, en la espesura de distintas especies de robles, el morro puntiagudo de algún zorro, especialmente en las horas de la tarde, pero renuncia a ver las mofetas, es demasiado difícil cruzarse con alguna.
Cerca del área protegida se encuentra el homónimo convento de los frailes franciscanos, fundado en 1448 por san Juan de Capestrano: es un complejo de gran importancia arquitectónica que ha llegado casi intacto hasta nuestros días y ha sido recientemente renovado, con frescos que datan del siglo XVI. Una vez de vuelta en el centro urbano, ve al pinar de la localidad, desde el que se puede disfrutar del panorama de la Majella, la montaña madre por excelencia, con vistas a los valles circundantes, y luego dirígete a la iglesia parroquial de San Nicola di Bari, del siglo XVIII. En su interior puedes admirar dos antiguas cruces de procesión del artista y orfebre Nicola de Guardiagrele, el genio de los Abruzos, que adornó en el siglo XV iglesias, abadías y capillas de media Italia central con ostensorios, cruces, bustos-relicarios y frentes de altar.
En este sentido, queremos recordarte que estás en uno de los centros urbanos de los Abruzos que alcanzó la cumbre del arte de la orfebrería en el Renacimiento, por su originalidad, riqueza y belleza, gracias al gran maestro de Guardiagrele y a su escuela.
¿Por qué no comprar un «recuerdo» áureo del pueblo? Entre las joyas más representativas, te recomendamos las «sciacquajje», grandes pendientes en forma de media luna finamente cincelados y enriquecidos con colgantes. Una maravilla.
Si te encuentras en el pueblo durante el periodo pascual, detente para asistir a la sugestiva Festa dei Talami, espectacular desfile de siete carrozas decoradas con sagradas efigies inspiradas en la Biblia que se celebra el martes de Pascua.
En la mesa, aliméntate de la tradición más deliciosa de la provincia probando un plato local, el llamado «pizz' e ffojje», una «focaccia» de harina de maíz machacada en sopa de verduras. La menestra que sobra se calienta en la sartén con aceite y recibe el nombre de «li mijicalle» (literalmente, las migas).