La iglesia del Santo Espíritu de Florencia, situada en la plaza del mismo nombre en el barrio de Oltrarno, es reconocible por su peculiar fachada desnuda. Construida entre 1444 y 1488, se alza sobre los restos de un convento agustino del siglo XIII destruido por un incendio en 1471. Representa para Florencia una evidente ruptura con la tradición gótica, pues marca el comienzo de una nueva concepción de los espacios.
El proyecto se confió a Filippo Brunelleschi, quien, sin embargo, murió dos años después del inicio de las obras, por lo que los cambios en su proyecto fueron numerosos. La cúpula fue construida por Salvi d'Andrea, mientras que el campanario es obra de Baccio d'Agnolo. Cualquiera que haya visitado la catedral de Siena, la de Pisa o San Lorenzo, en la propia Florencia, habrá notado algunas conexiones entre estos edificios, una demostración de la impronta cultural de Brunelleschi. Desafortunadamente, algunas de las soluciones ideadas por el arquitecto se dejaron de lado, limitando el alcance innovador originalmente concebido, basado en perspectivas completamente originales. Sin embargo, la iglesia sigue siendo de gran magnificencia y las obras de arte que contiene merecen una visita.
El interior es de una complicada y riquísima decoración con obras de arte de todo tipo. Además del altar mayor (adornado con el baldaquino del siglo XVII de Giovanni Caccini y la cúpula perforada), se pueden admirar 38 altares laterales ubicados en capillas adornadas de diferente manera. En el transepto derecho se encuentra la capilla De Rossi, revestida de mármol según proyecto de Bernardo Buontalenti, la cual contiene un crucificado de madera del siglo XIV. La capilla Nerli alberga el retablo homónimo, de Filippino Lippi, una Virgen con el Niño y los santos Giovannino, Martín y Catalina de Alejandría con la reproducción de la puerta florentina de San Frediano. En la sacristía está expuesto el crucificado de madera tallado por Miguel Ángel en 1492, cuando, a la edad de 17 años, fue huésped en el convento del Santo Espíritu, donde pudo diseccionar los cadáveres provenientes del hospital del convento. Al estudiar en profundidad la anatomía, el artista fue capaz de reproducir cada detalle del cuerpo humano, como lo demuestra el crucificado.
El público puede beneficiarse del nuevo recorrido de la visita, que incluye el claustro bajo la escalinata, a la izquierda de la fachada de la iglesia. Insertada en la arquitectura renacentista, una pequeña puerta conduce al refectorio, donde están pintadas las «Tres Cenas de Cristo», de Bernardo Poccetti. Se puede admirar el bello campanario de Baccio d'Agnolo y acceder a la sala capitular utilizada también como sede de la cofradía. El recorrido concluye con el vestíbulo y la sacristía, donde se puede apreciar de cerca el crucificado de Miguel Ángel, espléndida realización tridimensional, obra juvenil del gran escultor renacentista.