Marsala, la ciudad del vino y la sal.
Marsala es una ciudad y también un vino. Ambos son elegantes y rezuman historia.
La ciudad está encerrada entre las murallas del siglo XVI, cuando vivió su propio Renacimiento, que la enriqueció con palacios, iglesias y monasterios.
El vino es un producto que le ha dado fama mundial, gracias a la intuición de un comerciante inglés que lo adaptó a los gustos británicos.
En el bello centro histórico se pueden visitar los vestigios de su pasado junto con las históricas bodegas, que mantienen el prestigio de su mejor producto, mientras que en la costa se produce sal en unas espectaculares salinas.
Entre Barroco y naturaleza
Quienes entran por la puerta Nuova son recibidos por una serie de bellos edificios renacentistas y barrocos, como el monasterio de San Pietro, que alberga el museo municipal, con una sección arqueológica y otra dedicada al Risorgimento. Garibaldi y los Mil desembarcaron en Marsala para llevar a cabo la hazaña de la Unificación de Italia.
Un poco más adelante se entra en Piazza della Repubblica, el salón de Marsala, con el precioso palacio VII Aprile y su torre del Orologio (Reloj), así como la catedral barroca, aunque en realidad la fachada no se terminó hasta 1956. Al lado, el Museo degli Arazzi (Museo de los Tapices), donde se exponen ocho tapices flamencos, regalo de un rey español. A pocos pasos se encuentra el convento del Carmine, hoy Museo di Pittura Contemporanea (Museo de Pintura Contemporánea), con obras de varios artistas italianos, como Cassinari, Maccari, Marchegiani, Pomodoro, Sassu, Sironi, además de exposiciones temporales.
Si quieres adentrarte en el pasado más antiguo de Marsala, visita el Museo Archeologico Baglio Anselmi, en el edificio de una antigua bodega del paseo marítimo. Aquí se exponen diversos objetos que narran la fundación de la ciudad (entonces llamada Lilibea) por los exiliados de la colonia fenicia de la isla de Mothia.
No te pierdas los restos de un barco púnico naufragado probablemente durante la batalla de las Egadas de la Primera Guerra Púnica, hallado frente a la costa de la isla Lunga, cerca de punta Scario, los mosaicos romanos y una extraordinaria colección de ánforas que documentan el tráfico comercial en la Antigüedad. La visita al museo se completa en el parque arqueológico con la «insula» romana, el emplazamiento de una gran villa romana del siglo III d. C. con termas, cisternas y los restos de una necrópolis paleocristiana.
El corazón palpitante de Marsala es su céntrico Mercato del Pesce, recientemente renovado, durante el día es el lugar donde se deposita la pesca procedente del Stagnone y del canal de Sicilia, y por la noche, es el centro de la vida nocturna, donde se va a cenar y disfrutar hasta altas horas de la noche.
El vino de Marsala que gustó a los ingleses.
En Marsala siempre se ha producido vino, desde los tiempos de los fenicios, pero fue a finales del siglo XVIII cuando un comerciante inglés, John Woodhouse, envió a Inglaterra varios barriles de vino local para que lo probaran sus clientes, si bien añadió una dosis de «acquavite» para que el vino no se estropeara durante la navegación.
Así nació el «marsala» que conocemos hoy, un vino generoso muy apreciado por los ingleses que desde entonces lo importaron en grandes cantidades, lo que supuso una fuente de riqueza para los productores locales: Florio, Rallo, Donnafugata o Pellegrino, cuyas históricas bodegas todavía se encuentran en el centro de Marsala.
La reserva del Stagnone y Mozia
La reserva del Stagnone es una laguna situada al norte de Marsala, dos mil hectáreas de aguas poco profundas y muy saladas dentro de las cuales se encuentran cuatro islas: la isla Grande, que sirve de barrera a la laguna, la isla de Santa María, una franja de tierra, La Schola, porque en la época romana albergaba una escuela de retórica, donde se dice que enseñaba Cicerón cuando era cuestor de la ciudad de Lilibea, y Mothia (Mozia o San Pantaleón), una isla en la que se ubicaba una ciudad fenicia del siglo VIII a. C., que las fuentes antiguas describen como rica en hermosos edificios, una de las bases comerciales más importantes de la Antigüedad en el Mediterráneo.
Conquistada por Dionisio de Siracusa, Mothia fue destruida en el año 397 a. C. y nunca fue reconstruida, por lo que sus ruinas están «intactas», sin superposiciones, un verdadero paraíso para los arqueólogos. De hecho, los supervivientes fundaron Lilibea, la actual Marsala.
La isla de Mozia pertenece en la actualidad a la Fundación Whitaker, un productor de vino inglés que la compró e inició las excavaciones a principios del siglo XX. Está abierta a las visitas.
Las salinas de Marsala y los molinos de viento
En la costa norte de la ciudad, con vistas al Stagnone, se extienden las salinas de la laguna de Marsala Ettore e Infersa, uno de los lugares más espectaculares de la costa oeste de Sicilia, donde las láminas de agua adquieren distintos colores según la estación y sobre las que destacan los perfiles de los molinos de viento, rodeados de montículos de sal blanca como la nieve.
Un lugar no solo muy poético y fotogénico, sino también de gran interés histórico y medioambiental, estructurado para que quienes lo visitan puedan vivir la experiencia de la sal en todas sus dimensiones: aquí puedes dar paseos por las salinas, visitar los molinos que aún funcionan, hacer degustaciones, recoger manualmente la sal con los salineros y sumergirte en tanques que no están en producción, pero que alimentados por el circuito hidráulico permiten flotar en soluciones salinas con diferentes concentraciones y tenderse sobre la corteza que forma la sal.