Isla de los Conejos, la playa más bonita del mundo está en Lampedusa
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En 2013 la playa frente a la Isla de los Conejos de Lampedusa fue nombrada “la más bonita del mundo” en el concurso Traveller’s Choice de TripAdvisor y, tras una década en lo más alto, sigue siendo la primera de Europa y entre las 10 mejores del mundo. Hay muchas razones por las que esta pequeña bahía con un islote en su parte central es un verdadero paraíso en la tierra.
Un patrimonio que proteger y amar
La playa y el islote se encuentran en la isla de Lampedusa, frente a la costa meridional de Sicilia: desde 1995, se encuentran en la zona protegida de la Reserva Natural Orientada de Lampedusa, por ello aquí, la navegación y el buceo están prohibidos y el baño solo se permite con acceso desde la tierra.
Casi más africana que europea, la playa de la Isla de los Conejos, que se presenta a los viajeros tras unos veinte minutos de caminata, es un destino ideal para quienes disfrutan de una experiencia de inmersión en la naturaleza.
Justo antes de la playa, semioculta en un valle, se encuentra la villa en la que vivió Domenico Modugno, que estaba tan enamorado de la bahía que la llamaba “la piscina de Dios”.
La isla de nunca jamás
La playa debe su nombre a la presencia en su bahía del islote de los Conejos: una formación baja y rocosa de unas 44 hectáreas que se eleva justo en el centro.
El hecho de que no sea una verdadera isla es evidente cuando las mareas están bajas y emerge el istmo de arena que la une a la tierra firme. Con la marea alta, la unión de arena no es visible, pero se puede llegar a la isla caminando por el agua, que tiene entre 30 y 150 cm de profundidad.
Conejos y otros animales
A pesar de la presencia de una colonia de conejos entre los distintos inquilinos de la isla, la etimología del nombre es discutible. La alusión apareció por primera vez en una carta de 1824 del almirante británico William Smith, que se refería a ella como “Rabbit Island”. En cartografías posteriores, el nombre se tradujo incorrectamente del inglés (rabbit, es decir, conejo); pero más bien parece referirse a la palabra árabe rabit, que indica un vínculo, una conexión, y podría aludir al istmo que se forma ocasionalmente entre el islote y la playa.
Además de los conejos, la isla es el hogar de la gaviota argéntea, que anida aquí, y sirve de “punto de descanso” para las bandadas de aves migratorias que se detienen aquí para “pausar su viaje”.
Pero lo que hace que esta zona sea especial desde el punto de vista de la vida silvestre es la playa adyacente: su frente oriental es una de las escasas zonas en las que las tortugas marinas Caretta Caretta desovan cada año en primavera. En esta ocasión, voluntarios de Legambiente cierran al público parte de la playa y la vigilan hasta la eclosión de los huevos, normalmente a finales de agosto.
La vida en la playa
Al estar dentro de una zona protegida, la playa es accesible a los turistas desde las 8:30 hasta las 19:30 y su acceso se prohíbe parcialmente cuando las tortugas desovan.
Por su excepcional belleza y sus suaves temperaturas, merece la pena visitarla en cualquier época del año. Tened en cuenta que en verano está bastante concurrida y que en abril, mayo, septiembre y octubre podéis disfrutar de sus aguas cristalinas casi en solitario.
Para no contaminar la integridad del paisaje, en la playa no hay servicios ni establecimientos balnearios, solo un pequeño merendero en la carretera y los baños al principio del descenso. Es aconsejable que llevéis vuestro propio equipo, ya que en el lugar hay un pequeño quiosco que alquila sombrillas, pero solo pueden utilizarse en una sección marcada de la costa. Podéis llevar comida y comerla allí mismo, obviamente asegurándoos de no dejar restos ni basura.
Una pequeña nota sobre el viento: es mejor ir cuando sopla el mistral (del noroeste) y el mar está más claro y tranquilo, si hay siroco (del sudeste) el agua, agitada por las corrientes, tiende a resultar más turbia.
¿Cómo llegar?
Desde el centro del pueblo hay que viajar en coche, moto o autobús hacia Capo Ponente. Son unos cinco kilómetros; justo antes de llegar a Capo hay un pequeño quiosco a la izquierda, donde hay que aparcar y caminar por un sendero de tierra entre el matorral mediterráneo hasta llegar a una terraza natural con una vista de la bahía tan espectacular que sentiréis que estáis flotando: ni siquiera os daréis cuenta del resto del camino.
Atención: en verano, el acceso a la playa puede estar regulado mediante un servicio de reserva en línea obligatorio.