Crissolo, San Chiaffredo y el "batiaje”
En el techo del valle del Po
Crissolo, un pequeño pueblo de montaña en la provincia de Cuneo, es una perla enclavada en el espléndido panorama de Monviso. Es el pueblo más alto de la llanura del Po, y quizás sea precisamente esta proximidad al cielo, combinada con su inmersión en la serenidad de la naturaleza, lo que ha mantenido fuerte la espiritualidad de sus habitantes. De hecho, una de las características más conocidas de Crissolo es su santuario dedicado a San Chiaffredo, tan querido por los lugareños, que confían sus penas y alegrías al santo, y por los caminantes que pasan por aquí en busca del nacimiento del Po.
Por qué es especial
El Santuario de San Chiaffredo se encuentra a las puertas del pueblo, casi marcando el límite entre el pueblo y la montaña. Su fachada neogótica y su campanario de piedra blanca se elevan por encima de las casas cercanas, invitando a cualquier persona necesitada de consuelo a entrar en el ambiente sencillo y acogedor para dejar su petición de ayuda o su agradecimiento por la gracia recibida. Los exvotos recogidos aquí dan testimonio de la devoción popular al santo, cuyos restos se habrían encontrado aquí, hasta el punto de que el santuario es uno de los lugares de peregrinación más populares de la zona.
Un poco de historia
El Santuario de San Chiaffredo fue construido a partir de 1440 sobre los restos de una antigua iglesia. Un lugar de gran inspiración adornada por la leyenda ligada al Santo: la tradición cuenta que Chiaffredo, soldado del Imperio Romano y miembro de la Legión Tebana, tras rechazar a los dioses paganos, se refugió en estas montañas para escapar de la persecución anticristiana. Pero es aquí donde parece haber sido perseguido y martirizado en el año 290. Luego, en el año 522, debido a circunstancias milagrosas, se encontró su lugar de enterramiento y se conmemoró con una pequeña y sencilla iglesia. Cuando el número de peregrinos que llegaban aquí aumentó, se decidió construir el santuario.
No hay que perderlo
El santuario es sin duda el símbolo más concreto de la religiosidad de Crissolo, pero hay otro muy conocido y apreciado: el "batiaje", una galleta redonda hecha con harina de meliga. ¿Qué tiene que ver una galleta con la espiritualidad? El propio nombre lo dice: "batiaje" en dialecto piamontés indica también la celebración del bautismo, ocasión en la que se elaboraban originalmente estas galletas. Apreciados en la historia incluso por la realeza de Saboya, estos dulces tienen su origen en el cercano pueblo de Barge.3dc .