Qué ver en Turín en 2 días
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Turín es una de las ciudades italianas que se puede considerar, y con razón, un museo al aire libre: su arquitectura, sus suntuosos palacios, sus pórticos... cada rincón guarda sorpresas y maravillas. He aquí una selección de experiencias que podrás realizar en tan solo 48 horas para disfrutar de un entorno urbano único.
Torino Porta Nuova es el punto de llegada y salida perfecto para descubrir Turín en dos días; la estación, con su típica bóveda central y sus grandes ventanales, cuya construcción comenzó en diciembre de 1861, es la tarjeta de visita de la ciudad. Desde aquí puedes visitar la Galleria Civica di Arte Moderna e Contemporanea, que presenta colecciones permanentes de arte de los siglos XIX y XX. Al final de la visita, toma la via Roma y prepárate para entrar en uno de los mejores lugares de la ciudad: la Piazza San Carlo. Aquí podrás disfrutar del fantástico bicerin, una bebida caliente sin alcohol típica de Turín, elaborada con café, chocolate y crema de leche. ¡No te la puedes perder!
Aquí se encuentran las iglesias gemelas de Santa Cristina y San Carlo Borromeo, joyas barrocas encargadas por María Cristina de Francia y Carlos Manuel I de Saboya a principios del siglo XVII. Volviendo a via Roma desde el lado opuesto de la plaza, pasa por la estatua Monumento a Emanuele Filiberto di Savoia, símbolo de la ciudad, y conocido por los turineses como "Cavàl 'd Brons", el caballo de bronce: entrarás en la Piazza Castello, otro de los lugares nobles de la ciudad, donde destaca el Palazzo Madama, que podrás ver más claramente el segundo día. Cerca de allí, y cuando se acerque la hora de comer, podrás disfrutar de otro momento importante: el de la street food de Turín, rica en propuestas como los típicos gofres, que los cubren con diferentes ingredientes (embutidos, quesos, verduras) o las ingeniosas y deliciosas patatas rellenas. A continuación, sigue las indicaciones para el Museo Egipcio.
Considerado uno de los más importantes del mundo, solo superado por el Museo de El Cairo, contiene más de 3000 objetos, vestigios y tesoros de la cultura que creció a orillas del Nilo. En sus salas, además de momias, esfinges, papiros y sarcófagos, que se pueden admirar gracias a la iluminación diseñada por el oscarizado escenógrafo Dante Ferretti, se puede asistir en directo a la restauración de nuevos hallazgos. La tarde pasa volando y al salir del museo ya será la hora del típico aperitivo italiano.
Si tomas la via Po en dirección al río, encontrarás lugares de todo tipo y gustos donde podrás mezclarte con los turineses que celebran el «ritual» del aperitivo previo a la cena. Para la cena, en cambio, te aconsejamos que optes por uno de los 10 restaurantes con estrellas de los que puede presumir la ciudad o entre los numerosos restaurantes «sabaudi». Lo importante, sea cual sea la elección, es terminar con un postre de chocolate, o al menos con un gianduiotto, para rendir homenaje a uno de los tesoros de Turín. El día "uno" podría terminar con una nota alta con un palco en el Teatro Regio, templo de la ópera y el ballet.
En la mañana del segundo día, el recorrido comienza cerca de los lugares que se visitaron durante el primer día: Piazza Castello, de forma cuadrada, en cuyo centro se encuentra el complejo arquitectónico de Palazzo Madama, que alberga el Museo Cívico de Arte Antiguo.
El perímetro está formado por elegantes pórticos, construidos en diferentes épocas, que distinguen a la ciudad. Después del «obligatorio» café en el centro, puedes dirigirte hacia la Mole Antonelliana.
Sin ninguna duda, es el símbolo de Turín: situado en el centro histórico, en la via Montebello, debe su nombre a su creador, el arquitecto Alessandro Antonelli. En su interior se encuentra el Museo Nazionale del Cinema di Torino, único en su género en Italia. Y la vista desde los 85 metros de altura (en la terraza a la que se llega en ascensor panorámico) de los Alpes y de la ciudad no tiene precio. Tras pasar la mañana entre los secretos del cine y con la cabeza en las nubes, llega la hora de la comida con el encanto de descubrir otro clásico de la gastronomía italiana que nació aquí: el tramezzino (sándwich típico).
Con los pies ya en la tierra, es el momento de descubrir ese jardín simétrico e impecable que ya has visto desde lo alto de la Mole: son los Jardines Reales, el pulmón verde de la ciudad, donde podrás recuperar un poco de energía al aire libre antes de terminar el día con una visita a los Museos Reales que, además de la Armería, la Galleria Sabauda y la Biblioteca Reale, incluye la Capilla de la Sábana Santa. Verlo todo en una tarde es probablemente una misión imposible, pero depende de ti si quieres seguir el camino de descubrimiento que más te intrigue. Al final de las respectivas visitas, nos reunimos de nuevo en Porta Nuova para terminar esta intensa aventura en el punto donde empezó y volver a casa.