Villa Gregoriana: el lugar más espectacular de todo el Lacio
Con su gran cascada, que se precipita 120 metros en un valle de exuberante vegetación, entre acantilados, cuevas, ruinas de edificios antiguos y el incesante fragor del agua, el parque de Villa Gregoriana de Tívoli ofrece uno de los escenarios más espectaculares de todo el Lacio.
Entre la naturaleza, la arqueología y una grandiosa obra de ingeniería hidráulica, es un lugar único, que encanta a todos los que se aventuran en él.
Un lugar de belleza salvaje
El parque de Villa Gregoriana fue concebido en 1832 por el Papa Gregorio XVI para poner fin a las desastrosas inundaciones provocadas en Tívoli por el río Aniene.
El concurso internacional diseñado para proponer la solución de diseño más adecuada fue ganado por el proyecto de Clemente Folchi, que preveía desviar el curso del río mediante la perforación de una galería en el Monte Catillo y la creación de una cascada artificial que, por la amplitud del salto, es la segundo de Italia después de la de Marmore.
La obra fue realizada en tan solo 2 años e inaugurada en 1835. En el lecho original del río, que quedó seco, Gregorio XVI mandó realizar un asombroso paseo romántico, que serpentea entre los barrancos excavados por el río en la suave toba calcárea y los vestigios de antiguos edificios.
En el valle del Infierno
Desde el precioso puente Gregoriano, que conecta el casco histórico de Tívoli con el parque, descendemos por el llamado valle del Infierno. El sendero discurre junto a la gruta de Neptuno y la de las Sirenas, mientras que la vegetación se vuelve cada vez más densa.
Una vez en el fondo, subimos por el antiguo cauce del río hasta la Acrópolis tiburtina, situada sobre un espolón rocoso, sobre el que se levantan dos templos, uno de planta rectangular llamado de la Sibila y el otro de planta redonda, llamado de Vesta.
Por la elegancia de sus formas, el templo de Vesta se ha convertido con el tiempo en el emblema de Tívoli. Redescubierto en el Renacimiento, el templo de Vesta aún figuraba en el siglo XIX entre los temas más amados por los paisajistas románticos, que contribuyeron a hacer de este valle una de las etapas obligatorias de cualquier viaje a Italia.
La villa romana de Manlio Vopisco
Lo que hace aún más fascinante el paseo por el parque de la Villa Gregoriana son los restos de una villa romana, citada incluso por el poeta latino Horacio, y erigida en lo que era el Bosque Sagrado de Tiburno.
La propiedad estaba atravesada por algunas canalizaciones, que llevaban el agua directamente a la casa. De la villa aún quedan visibles 13 ambientes, que parecen otras tantas grutas, tal como las concibió su arquitecto, bien integradas en el ambiente natural.
El ninfeo Belvedere y las pequeñas cascadas
El ninfeo es una gruta artificial de época romana, creada en un barranco, donde probablemente había otra cascada. También en época romana, las aguas del río Aniene estaban canalizadas para limitar las inundaciones y alimentar un sistema de molinos, del que se han encontrado algunos rastros.
Para obtener más información
Actualmente gestionado por el FAI (Fondo Ambiente Italiano), después de su restauración en 2005, el Parque de Villa Gregoriana ha recuperado su antiguo esplendor.
El parque está abierto todos los días. La visita no está recomendada para personas con problemas de movilidad.