Boretto, un puerto con una fauna increíble
El viaje comienza en Polesine Parmense, una ciudad del valle del Po situada en la frontera entre Parma y Piacenza. No se trata de una elección al azar, sino dictada por el paladar: de hecho, la ciudad alberga el Museo Culatello, incluido en el circuito de Museos Gastronómicos. Antes de embarcar, es imprescindible hacer una parada en el lugar y otra en la mesa de Al Cavallino Bianco, una antigua taberna frecuentada a principios del siglo XX por quienes esperaban el ferry para llegar a la orilla opuesta.
Desde el puerto, el río avanza en amplias curvas: una agradable sensación de viajar al borde del agua entre alamedas, lenguas de arena y vuelos de gaviotas. Tras el primer puente, llegamos a Isola Pescaroli, una pequeña localidad fluvial, a cuyo borde se alza el Santuario de la Madonna della Fiducia.
Pasada la Foce del Taro, se navega por un pintoresco tramo hasta la isla de Maria Luigia, dedicada a la duquesa de Parma. Parada para pernoctar en Boretto.
Borgoforte, antigua fortaleza mantuana
Partimos de Boretto, tras una visita al Museo de la Navegación. El río serpentea hacia el norte, ofreciendo visiones de los trópicos: colonias de garzas con cientos de nidos suspendidos en los sauces, gaviotas, garcetas y garzas nocturnas surcando el cielo. Unos pocos kilómetros y aterrizarás en Dosolo, en la zona del Bajo Mantuano.
Después, deslízate entre los islotes de un tramo muy verde: en la confluencia del Oglio, remonte el río hasta el histórico puente de barcas. Regresa al Po y navega despreocupadamente hasta Borgoforte, para partir al día siguiente.
Sermide, en la orilla derecha del Po
El itinerario continúa desde Borgoforte, corazón del comercio fluvial en la época de los Gonzaga. Para en San Benedetto Po para visitar la espléndida Abadía de Polirone, obra maestra del Renacimiento. Una vez pasada la desembocadura del Mincio, remonte el río hasta Ostiglia, y después hasta Revere: admira la reconstrucción del molino del Po. Próximos destinos: la isla Boschina y la isla Boscone, con sus grandes robles de llanura. El río describe una curva profunda y se extiende hacia Sermide, destino de la pernoctación.
Crespino, sede del Museo del Agua
Desde Sermide, el programa de la ruta incluye una parada en Stellata, con visita a la bonita fortaleza que vigila el río. A continuación, dirígete a Isola Bianca, un oasis natural documentado desde el siglo XVI. Pasado el puente de la autopista Padua-Bolonia, todo recto hasta Ferrara, bañada por el brazo inferior del delta del Po, y después hasta Crespino, en la orilla del Véneto, en la vertical de Rovigo, donde podrás pasar la noche tras una visita al Museo delle Acque.
Gorino, donde el río abraza al mar
Saliendo temprano de Crespino, dirígete al centro del Po en dirección a la llanura aluvial de Villanova Marchesana. En el umbral del gran delta, desvíate hacia el llamado Po di Goro. Tome tierra en Ariano y continúa a pie hasta Massenzatica, donde podrás admirar las dunas fosilizadas, testimonio del litoral en época romana. Vuelve al barco y mira a tu alrededor: en cada curva hay un vuelo de aves, muchas de ellas migrantes transaharianas. Desembarca en Gorino para pasar la última noche.
Faro de Bacucco, desembarco en la isla del amor
El descenso del Po ha llegado a su fin: desde Gorino recorre unos kilómetros más porque luego te espera el Adriático. Las garzas rojas sobre los juncos, las lenguas de arena sujetas a la marea, la brisa salada soplando ligeramente te acompañan hasta la Sacca di Goro, una profunda ensenada cultivada con almejas y marisco. Sol, gaviotas y cormoranes: un paisaje de cuento. Vuelve a tierra, al Bacucco: la llaman isla del amor y es fácil adivinar por qué. Termina tu travesía en un entorno de pura magia.