Castel San Pietro
Antes de subir a la bicicleta, recomendamos echar un vistazo panorámico a la ciudad. Olvídate por un momento de la bicicleta y coge el funicular que te lleva a la fortaleza-cuartel de Castel San Pietro, construida por los austriacos en 1856 al norte del centro histórico. Precisamente en esta dirección apunta la primera parte de la ruta, que desde la Fiera supera el Adigio y luego comienza a subir hacia las Torricelle Massimiliane, cuatro fortificaciones de ladera a las que se llega tras una subida de 4,5 km con pendientes del 5 %. Un pequeño esfuerzo que parece hecho a propósito para dejar la energía necesaria en las piernas para hacer de turista.
Casa di Giulietta
Tras el descenso, la segunda parte de la ruta se adentra en el centro histórico. La primera dirección que debes marcar en tu cuaderno de viaje, a un paso de la majestuosa Piazza delle Erbe, es Via Cappello, donde encontrarás la Casa Capuleti. Se trata de una torre-palacio medieval del siglo XIII que, durante mucho tiempo, fue el hogar de la familia Cappello: de ahí la leyenda de que fue el hogar de Julieta, la heroína de Shakespeare. La fachada interior revestida de ladrillo es hermosa, así como el portal gótico y las ventanas trilobuladas, pero es el famoso balconcito el altar al que rezan los corazones rotos del mundo. Tanto si lo es como si no, es una visita obligada. Pero hay mucho más que ver en los alrededores. Por ejemplo, el Ponte Pietra, la primera construcción que hicieron los romanos al llegar a la ciudad, en el siglo I a.C. También está el Palacio de Pompeya, en el Lungadige de Porta Vittoria, el Museo de Historia Natural, donde se conservan una serie de fósiles procedentes del yacimiento de Bolca, cuando había islas y lagunas en esta zona. Por último, Arche Scaligere, un complejo funerario de estilo gótico perteneciente a la dinastía Scaliger, construido para albergar las tumbas de sus representantes más ilustres.
Arena di Verona
El final de este viaje solo puede ser en el lugar emblemático de Verona: la Arena. Construida en el siglo I d.C. para celebrar espectáculos de gladiadores, en el pasado este anfiteatro tenía un valor geopolítico: se construyó aquí para confirmar la ubicación crucial del lugar. Desde 1913, año de la primera Aida, es uno de los templos mundiales de la ópera. Y si la arquitectura de la época romana te deja sin palabras, no te detengas ahí. La Basílica de San Zenón, que alberga el Retablo de San Zenón de Andrea Mantegna, es una de las iglesias románicas más bellas de Italia. Mientras que al otro lado del río Adigio se encuentra el Teatro Romano (uno de los mejor conservados del norte de Italia) con el Museo Arqueológico contiguo. Construido también en el siglo I d.C., era un enorme complejo que se extendía desde la orilla del río hasta la ladera de la colina.