En el Val di Sole, observando las estrellas
Salida desde Ponte di Legno, en Valcamonica, bajo el glaciar Presena, que llama la atención e insinúa lo que está por venir. Desde el pueblo, de hecho, comienza la subida que lleva al Passo del Tonale, la puerta de entrada a la región del Trentino en un total de 11 kilómetros con una pendiente media del 5,9 %. Detente en la cima y presenta tus respetos al monumento militar construido para conmemorar las violentas batallas libradas en esta zona durante la Primera Guerra Mundial. A continuación, mira al otro lado del puerto y observa la serpentina de amplias curvas cerradas que descienden hacia el Val di Sole. Mientras las recorres, con las manos firmes en el manillar y la mirada en la carretera, empieza a disfrutar de lo que te espera: un paraíso de senderos, refugios de montaña, pastos alpinos y castillos. Uno de los más bellos para visitar se encuentra en Ossana, cerca del homónimo pueblo, en la ruta que estás recorriendo. Se reconoce por su ubicación estratégica, en un afloramiento rocoso, y por el imponente torreón con sus 25 metros de altura. Si esta primera parte de la ruta te ha desafiado y decides pasar la noche aquí, debes saber que es una buena idea: Val di Sole es el lugar ideal para la observación de las estrellas, gracias al índice de contaminación lumínica más bajo de Italia.
En Val di Non, brindando por la vida
Valle que fueres, castillo que vieres. En Cles, la ciudad donde comienza Val di Non, se encuentra el homónimo castillo encaramado en una colina que domina el lago de Santa Giustina. De origen medieval, solo tiene un defecto: salvo en algunos pocos días de verano, no se puede visitar. Al estar en un altiplano, en un tramo no demasiado exigente, se puede admirar mientras se pedalea. Si te has quedado con las ganas puedes desviarte un poco hacia Vigo di Ton, donde se encuentra el castillo de Thun: uno de los más populares del Trentino desde que abrió sus puertas al público en 2010 tras un largo periodo de restauración. ¿Qué lo hace tan especial? Las 40 habitaciones completamente amuebladas, con cuadros, estufas de azulejos y muebles diversos. Incluso los comedores están acondicionados, pero la guinda del pastel es la famosa sala del Obispo: un dormitorio revestido de madera de pino con un techo artesonado decorado con el escudo de la familia Thun que data de 1670. Para retomar la ruta inspirada en la etapa número 17 del Giro de Italia 2022, solo tienes que volver a la carretera que bordea el río Noce y dirigirte hacia el sur, en dirección a Mezzolombardo. Estás en la ruta del vino y la gastronomía de Piana Rotaliana, que celebra los productos típicos de esta zona: uno sobre todo, el Teroldego Rotaliano D. O. C., el vino tinto que según la leyenda volvió loco incluso al poeta Ovidio. Razón de más para regalarte una copa.
En Valsugana, un homenaje a la naturaleza
Tras pasar por el municipio de San Michele all'Adige, la carretera sube por una colina plantada con viñedos y llega a Palù di Giovo, el pueblo que fue cuna de los antiguos campeones Francesco Moser y Gilberto Simoni. Tras unos 40 kilómetros de subidas y bajadas, aparece Pergine Valsugana, una joya de la ecosostenibilidad que este año ha vuelto a recibir la bandera azul por la playa del lago de San Cristoforo. Una inmersión aquí está bien, sobre todo porque te esperan dos desafiantes subidas. La primera apunta hacia el puerto del Vetriolo, con una pendiente media del 7 %. Al llegar a la cima notarás enseguida el esplendor de tiempos pasados: la nobleza de los Habsburgo solía venir aquí a recuperar fuerzas. Te sugerimos que hagas lo mismo, quizás con una parada en Levico Terme, casi al final del descenso, donde podrás recomponer tus músculos con un baño en las aguas terapéuticas, antes de afrontar la hazaña final. Se trata del ascenso del Menador, una subida legendaria, y no solo por las hazañas ciclistas del pasado: fue construida durante la Gran Guerra por soldados austrohúngaros, que tuvieron que tallar la ruta en la roca. El resultado es una carretera sinuosa y estrecha que nunca baja del 10 % de pendiente. ¿El lado bueno? Los panoramas de la Alta Valsugana y de los lagos Levico y Caldonazzo son espléndidos.