En Belluno, entre los recuerdos de Dino Buzzati
Elegante, a escala humana, en un anfiteatro de montañas. Pero Belluno es ante todo la ciudad del escritor Dino Buzzati, que nació en San Pellegrino, a 2 kilómetros de la ciudad, donde puedes (de hecho, debes) visitar su casa natal: la Villa Buzzati, del siglo XVI, una típica residencia véneta con la fachada cubierta de frescos. Otro artista ha marcado este lugar: Andrea Brustolon, el maestro belga de la ebanistería, hasta el punto de ser llamado el "Miguel Ángel de la madera". En la iglesia de San Pedro se exponen dos de sus obras maestras: la Muerte de San Francisco Javier y la Crucifixión. Un tercero, quizá el más famoso, es el ángel que se eleva 72 metros desde el campanario de la catedral de San Martín. No es todo. Mientras estás en la plaza Duomo, echa un vistazo al palacio dei Rettori, un maravilloso ejemplo del Renacimiento veneciano. Llegados a este punto, estás preparado para pasar de las maravillas artísticas a las de la naturaleza. Es hora de subirse a la bicicleta y afrontar la primera parte de la ruta, que desciende brevemente hacia el valle del Piave y luego sube de nuevo hacia las montañas.
En Val di Fassa, siguiendo a los campeones
En Cencenighe Agordino, donde se unen el Val del Biois y el Val Cordevole, comienza el ascenso al puerto San Pellegrino: 20 kilómetros con un sabor agridulce, entre maravillosos paisajes y desniveles que superan el 15 % tras pasar por Falcade. Sin embargo, detrás del puerto se abre el paraíso: es Val di Fassa, una extensión verde enjoyada por algunos de los picos más espectaculares de las Dolomitas, como el Sass Pordoi, las torres del Sella, el Catinaccio y la Marmolada. Es difícil elegir un lugar para sugerir una parada en boxes, pero lo intentaremos. Moena, rodeada de bosques de pinos, alerces y abetos. Vigo di Fassa, donde la aldea San Giovanni alberga el museo Ladin de Fascia, dedicado a la cultura ladina. O Canazei, cruce de rutas hacia los puertos más famosos, que conectan Val di Fassa con los demás valles ladinos. Es el momento de desmontar el mito: el Paso Pordoi (2239 metros), escenario de algunas de las más bellas páginas de nuestra historia ciclista. ¿Una entre todas? En el Giro de Italia en 1940, en estas curvas cerradas el campeón Gino Bartali novato espoleado por Fausto Coppique, también gracias a su ayuda, conquistó la cima e hipotecó su primer triunfo en el Giro. Pero si Coppi se hundió, no tiene por qué pasarte a ti: es una subida de 11,8 kilómetros con una pendiente media del 6,8 %. ¡Puedes conseguirlo!
En la Marmolada, recordando la Gran Guerra
El descenso al valle de Fodom, con su perla Arabba, podría tentarte para que te detengas. ¿Por qué dejar un lugar como este? Pero otra hazaña (si la quieres) te espera: la conquista de la Marmolada. En la subida se encuentra el encantador pueblo de Sottoguda, salpicado de antiguos graneros (los llamados tabièi) y casas de piedra decoradas con cariño por los lugareños. A partir de Malga Ciapela comienza la parte final de la ascensión al puerto Fedaia, en la frontera entre Véneto y Trentino Alto Adigio (2057 metros sobre el nivel del mar): a partir de este punto, las pendientes no descienden del 10 %, con frecuentes repuntes del 18 %. Al llegar al paso, te encontrarás al pie de la montaña. Lo último que se te ocurrirá será dejar este lugar sin haberlo explorado. Si todavía tienes fuerza en las piernas, puedes caminar por la orilla del lago Fedaia. O subir en el teleférico hasta Punta Rocca (donde hay una hermosa terraza panorámica) y bajar a la estación de Serauta, donde se encuentra la Marmolada Grande Guerra: es el museo más alto de Europa (a 3000 metros) y cuenta la historia de las batallas que tuvieron lugar entre estos picos durante la Primera Guerra Mundial. Nunca antes se había combatido a tanta altura. Emociones a raudales.