Décima etapa del Giro de Italia 2023: de Scandiano a Viareggio
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Después de un día de descanso, los ciclistas del Giro vuelven a las carreteras de Emilia-Romaña, para llegar a Scandiano, una bonita ciudad en la provincia de Reggio Emilia.
Situada en los límites de la llanura de Emilia, en las laderas de los Apeninos tosco-emilianos, el municipio vincula su historia a la de la familia Boiardo que, en 1423, obtuvo el título de condado de manos de la familia Este. Scandiano fue la cuna no solo de Matteo Maria Boiardo, que escribió aquí el famoso poema épico caballeresco «L'Orlando Innamorato», sino también de Lazzaro Spallanzani, uno de los padres de la biología y la medicina moderna.
Si bien en el centro histórico domina la imponente Rocca dei Boiardo, el distrito se compone de suaves colinas ricas en viñedos de «spergola», una vid autóctona que data del siglo XI, protegida por la Compagnia della Spergola, que regula su cultivo y, a través de varias iniciativas, promueve una tradición única.
Situado en un territorio rico y fértil, Scandiano cuenta con cuatro queserías para la producción de Parmigiano Reggiano y numerosas empresas vinagreras para la producción de un excelente vinagre balsámico, que marida a la perfección con la tradición gastronómica local. Partiendo de Scandiano, el camino se encarama por los relieves de los Apeninos tosco-emilianos hasta llegar al Passo delle Radici, que, con sus 1527 metros, representa el punto más alto de la etapa en la frontera entre Emilia y Toscana.
Desde aquí, la ruta comienza una fase de descenso que atraviesa Garfagnana y Versilia, hasta llegar a Camaiore y Viareggio.
La Garfagnana nos acoge con su rica diversidad de paisajes: montañas vírgenes, colinas ricas en prados y cultivos coronados por los Alpes apuanos. El panorama desciende hasta el mar hasta encontrarse con Versilia, un tramo de unos 20 kilómetros con acogedoras playas de arena, un destino muy popular para las vacaciones de verano.
Al llegar a Viareggio, una ciudad animada, colorida y llana, por tanto fácil de recorrer a pie o en bicicleta, se es consciente inmediatamente de su historia: su fundación se remonta a 1172, cuando los genoveses y los luqueses, para defenderse de Pisa y de los piratas, construyeron la Torre Matilde, uno de los monumentos más significativos y antiguos de la ciudad, en torno a la cual se desarrolló el núcleo habitado.
No fue hasta 1819, fecha en que la duquesa María Luisa de Borbón hizo construir la primera dársena, cuando Viareggio pasó de ser un simple puerto a una verdadera ciudad, conquistando con el tiempo la fama de renombrada localidad turística.
Recorriendo el paseo marítimo destacan los numerosos palacetes de estilo modernista: Villa Argentina o el Caffè Margherita, que ha permanecido intacto desde principios de los años 20 y que contó entre sus clientes más asiduos con el compositor Giacomo Puccini, a quien se recuerda sentado en el local escribiendo sus obras, entre ellas la inacabada Turandot.
También se sugiere una visita al Museo de la Marinería, donde se recorre la historia de Viareggio a través de las vidas y el trabajo de los marineros de la localidad.
Pero, ya sabes, Viareggio es conocida en todo el mundo gracias a su famoso carnaval. En la Ciudadela del Carnaval, un gran parque dentro de la ciudad, es posible encontrarnos con artesanos y maestros del papel maché que trabajan durante todo el año para crear las carrozas gigantes que desfilan, cada año, bajo la atenta y asombrada mirada de los visitantes.
La tradición del carnaval se remonta a 1873, cuando algunos jóvenes que frecuentaban el casino tuvieron la idea de hacer desfilar carrozas llenas de flores y máscaras por el paseo marítimo. Con el tiempo, las carrozas fueron reemplazadas por esos carros alegóricos que hoy en día se ríen en clave humorística del mundo de la política y del espectáculo.
En cuanto al aspecto gastronómico, en Viareggio es posible degustar una gran variedad de platos a base de pescado vinculados a su larga tradición marinera. El más famoso es sin duda el «cacciucco viareggino»: surgido en el siglo XVI como un plato pobre de pescadores, se ha convertido en una sopa de mar muy sabrosa, compuesta de tomate, sepias, cigarras de mar, gallinetas, salmonetes y rubios, a la que a veces se le añade pulpo y que debe acompañarse únicamente con pan toscano. También son excelentes los espaguetis con «nicchi» (coquinas o tellinas), y la «scarpaccia» dulce, un postre a base de calabacín, un ingrediente ciertamente inusual para un postre.
El podio de la etapa
Raviolis de queso parmesano del chef Enrico Croatti para saborear la Emilia-Romaña
El queso parmesano es un ingrediente común a muchas tradiciones culinarias regionales y puede disfrutarse en todo momento y en todas las estaciones.