Resumen
Giglio Castello es el corazón de la isla de Giglio, una tierra que siempre ha vivido en simbiosis con el mar y que, a pesar de las metamorfosis que ha sufrido a lo largo del tiempo, mantiene intacta esa identidad marítima que siempre la ha distinguido. La antigua aldea-fortaleza está protegida por masivos muros de granito y desde allí arriba, la mirada se pierde en el mar azul celeste que rodea Giglio, hasta las otras islas que son Giannutri, Montecristo, Pianosa, mientras la vida sigue el ritmo de las olas y las mareas. En comparación con el pasado, el ambiente ha cambiado: ya no se construyen muros de piedra seca, los pescadores ya no remiendan sus redes a mano, la navegación se ha vuelto moderna, tecnológica. Pero la esencia de la isla y su corazón siguen siendo los mismos: entre un paseo panorámico y una copa de Ansonaco, el buen vino local elaborado con las uvas de esta tierra, la gente sigue hablando del mar y escuchando cómo susurra antiguas letanías. Y el mar sigue siendo el centro de una de las conmemoraciones más sentidas: para la fiesta de San Mamiliano, las iluminaciones se encienden para agradecerle su legendaria intervención en ayuda de la población atacada por los piratas tunecinos.
