Una experiencia de cuento en el jardín de Isola del Garda
En la antigüedad, un espantoso cataclismo arrancó una porción de tierra firme, dejándola flotando sobre las aguas. Así nació Isola del Garda, un lugar encantado en la orilla de Brescia de su lago homónimo, abierto a los turistas para visitas guiadas y experiencias interesantes. Por aquí pasaron San Francisco de Asís, San Antonio de Padua y Dante Alighieri. Los propietarios son ahora 3 hermanas y 4 hermanos de la familia Cavazza, que cuidan la residencia y el parque con amor y dedicación. Son personas apasionadas que han decidido abrir al público su tesoro, la joya verde del lago.
Naturaleza intacta
El desembarco tiene lugar en un intenso aroma a cedros y limones. Un aire puro y un microclima especial regalan días suaves durante muchos meses del año. Al desembarcar en el pintoresco acantilado verde que es Isola del Garda, llaman la atención los cipreses centenarios. Son majestuosos y proporcionan un ambiente ideal a su espléndida mansión de estilo neogótico veneciano, construida a principios del siglo XX por el arquitecto Luigi Rovelli. A sus pies, terrazas y jardines descienden hasta las aguas plácidas y cristalinas del lago.
Cada rincón del gran parque es una auténtica maravilla, fruto de un sinfín de cuidados y estudios realizados durante los siglos. Cuando, a finales del XIX, el duque De Ferrari de Génova compró la isla y construyó la mansión, su hija Anna Maria quiso plantar flores y esencias exóticas. Posteriormente, se haría cargo su hija Livia, consorte del conde Alessandro Cavazza, motivada por el mismo amor a la jardinería.
El espectáculo que admiramos hoy es el resultado de muchas manos hábiles y una gran pasión. Teniendo en cuenta el diseño, todo el parque fue concebido para admirarse desde el agua, al acercarse a bordo de los barcos.
En la terraza central, el jardín es de estilo clásico italiano, mientras que en el antiguo huerto de la terraza inferior hay un jardín a la inglesa. Allí crecen caquis, limones, peras, granadas, naranjas, pomelos, higos chumbos, azufaifas y alcaparras. En otra zona, destacan las palmeras de las Islas Canarias. Rosas y buganvillas hacen estallar los colores. Los robles, álamos y pinos son estupendos.
Mitos y magia
No solo cautiva el extraordinario entorno natural: el parque de Isola del Garda guarda otras sorpresas. Los setos están modelados para representar diversas figuras con juegos de geometría, incluido el escudo de la familia De Ferrari, que dio vida al jardín. Al pasear, nos encontramos presencias misteriosas, entre lo humano y lo mitológico. Llamados "guardianes del jardín", son esculturas de madera del artista Gianluigi Zambelli. Hay un joven sentado en un banco, observando pensativo una crisálida: va a eclosionar y en su interior se vislumbra el bello rostro de una joven. Hay una libélula saliendo de un estanque y un caballo saliendo de la vegetación. También hay faunos, ninfas y duendecillos, poblando un cuento que es pura realidad.
Su majestad la oliva
Por su clima y su posición geográfica, el lago de Garda es un hábitat ideal para el cultivo del olivo. Esta isla no es una excepción y cuenta con 50 variedades, algunas procedentes de la antigua Roma. Entre estas variedades destacan: Leccino, Frantoio, Pendolino, Casaliva y Gargnà. Los propietarios, con su finca Azienda Agricola Borghese Cavazza, producen varios tipos de aceite de oliva del Garda D. O. P. de excelente calidad.
Ligero y con notas afrutadas, es un ingrediente esencial en la cocina local. En este sentido, sugerimos un pequeño ritual indispensable, una poesía para el paladar en su sencillez: para saborear todos los aromas que desprende, el aceite debe disfrutarse en una bruschetta. También se pueden adquirir otros productos "hijos" del parque: licores de limón y cosméticos elaborados con aceite de oliva virgen extra.
Un viaje, muchas posibilidades
La visita guiada a Isola del Garda, que incluye el parque y la mansión, es ya una experiencia notable. Sin embargo, en determinadas fechas del año, se puede combinar con una degustación de los vinos locales, tan reconocidos como el aceite. O puedes optar por una observación extraordinaria de la bóveda celeste, cuando llueven las estrellas entre el 10 de agosto, la noche de San Lorenzo, y el 14 del mismo mes. Si te gusta el agua, aprovecha esta oportunidad: un crucero en un velero.