Lanuvio, entre antiguas murallas y buenos vinos
En las últimas laderas de las Colinas Albanas, cerca de Roma y en una posición dominante hacia la costa del Lacio, encontramos Lanuvio, un pequeño pueblo medieval rodeado por una hermosa muralla que remonta en algunos puntos al siglo V a. C.
Son intrigantes sus estrechas calles empedradas que conducen a plazas con fuentes barrocas y las fachadas de los palacios que incorporan restos romanos, también expuestas en el museo cívico.
¿Qué ver en Lanuvio?
Lanuvio y su territorio son como un museo difundido, comienza en el siglo V a. C. con la construcción de las murallas megalíticas de piedra local, de las que se conservan algunas secciones.
De la misma época data el Santuario de Juno Sospita (en latín, propicia), divinidad de la mitología romana de la que sabemos por los escritos de Cicerón, que puede visitarse en el parque contiguo a Villa Sforza Cesarini.
En el centro está el Palacio Colonna, que ha quedado inacabado, aunque es la casa natal de Marcantonio Colonna, uno de los artífices de la victoria en la batalla de Lepanto (1571): en la fachada principal hay un sarcófago de mármol de la época romana (siglos III-IV d. C.).
Merece la pena visitar la Rocca, del siglo XIV, donde se encuentra la Enoteca del Consorzio dei vini Colli Lanuvini, el mejor lugar para degustar la producción vinícola de la zona: además, se puede visitar un pequeño museo de tradiciones rurales y subir a la torre de vigilancia, símbolo de la ciudad, que ofrece una vista impresionante.
Hay un pequeño museo cívico en el centro histórico, con una sección prerromana que relata los orígenes del pueblo y una sección romana con un fresco de la época de Augusto con un tema dionisíaco y otros artefactos del santuario de Juno Sospita, cuyas excavaciones arqueológicas remontan a principios del siglo XX.
En el pueblo se pueden ver dos obras de Carlo Fontana, alumno de Gian Lorenzo Bernini: la Fontana degli Scogli (1675) y la iglesia de Santa Maria Maggiore, de origen bizantino pero reconstruida en estilo barroco. A lo largo de las paredes se puede ver el sótano de un templo dedicado a Hércules del siglo II a. C., mientras que desde la terraza del mirador, se puede ver el perfil de las Islas Pontinas.