Val d’Orcia, en Bagno Vignoni, tierra de agua y vino
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Se encuentra una asombrosa alberca de piedra de 50 por 30 metros, sobre la que brota agua termal a 49 grados centígrados, que ya se conocía en la época etrusca.
Hoy en día, ya no es posible bañarse como lo hicieron Santa Catalina, Lorenzo el Magnífico o los peregrinos de la Vía Francígena.
Para subsanarlo, los hoteles termales del pueblo ponen a tu disposición todo tipo de instalaciones de bienestar.
Todo el calor del volcán
Es la naturaleza volcánica del cercano monte Amiata la que alimenta el manantial de Bagno Vignoni, rico en sulfatos de magnesio y calcio, saludables para las dolencias de huesos, piel y mucosas. El agua que sale de la plaza se canaliza por un pequeño foso que la lleva, aún caliente, fuera de la ciudad, hasta desembocar en el río Orcia que discurre por el valle de abajo.
En el pasado, el agua alimentaba un sistema de molinos que funcionaban perfectamente incluso en verano, gracias al flujo constante de agua del manantial. En la actualidad, el sendero de los molinos es un paseo agradable y muy pintoresco por la roca de Castiglione d'Orcia.
Una fuente termal en medio del bosque
Otra fuente termal al aire libre es la de Bagni San Filippo, una pequeña localidad situada en las laderas del monte Amiata, a 16 kilómetros de Bagno Vignoni. Aquí, las aguas que brotan de dentro de la montaña desembocan en el Fosso Bianco y dan lugar a un río caliente que atraviesa el espeso bosque. A su paso, las aguas dejan concreciones calcáreas blanquecinas que tienen las formas más extrañas en pozas y cascadas, en las que podrás sumergirte libremente, pues son de acceso gratuito. Las aguas más cálidas se encuentran en las proximidades de la llamada Balena Bianca, una formación calcárea que se asemeja a la boca de una ballena. El lugar es muy frecuentado tanto por los turistas como por los habitantes de Val d'Orcia.
Subiendo por la montaña, llegarás a la Abadía de San Salvatore, donde el interesante Museo de la Minería te contará otra historia de la montaña, la extracción del cinabrio para producir mercurio. Fue una actividad que, con su carga de trabajo y enfermedades, marcó la historia de esta comunidad durante un siglo.
Val D'Orcia, Patrimonio de la Humanidad
Una estancia en Bagno Vignoni te permite explorar el hermoso territorio del Val d'Orcia, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, como "ejemplo excepcional de la remodelación del paisaje durante el Renacimiento, que ilustra los ideales de buen gobierno durante los siglos XIV y XV de la ciudad-estado italiana y la investigación estética sobre la que se originó su concepción... Val d'Orcia, combinación de arte y paisaje, espacio geográfico y ecosistema, es la expresión de maravillosas características naturales, pero también es el resultado y el testimonio de las personas que viven allí”.
Pienza, la ciudad ideal
Para proseguir esta búsqueda estética, hay que detenerse a visitar los pueblos más bellos del Valle de Orcia. Por ejemplo Pienza, la ciudad ideal soñada y realizada por el Papa Pío II, nacido como Enea Silvio Piccolomini, que quiso poner en práctica los ideales humanistas de belleza y armonía: hoy es un puro placer pasear por sus callejuelas, visitar la catedral, una de las iglesias más importantes del Renacimiento italiano, y comer o cenar en sus íntimas placitas.
A un kilómetro de Pienza se puede visitar, inmersa en la campiña, la antigua iglesia parroquial románica de Corsignano, donde fueron bautizados nada menos que dos papas. Sus orígenes son tan antiguos que en uno de sus capiteles está representada la serpiente regla, divinidad del mundo pagano que ha convivido aquí durante mucho tiempo con el credo cristiano.
También merece la pena ver Monticchiello, donde sigue viva la tradición del teatro popular: en agosto, todo el pueblo participa en la puesta en escena de una obra escrita, dirigida e interpretada por sus habitantes.
El oro de Montalcino
La fama de su vino tinto precede a la del pueblo. Además, en el bonito centro histórico con sus maravillosas vistas sobre los valles circundantes, todo habla del brunello di Montalcino: desde el histórico bar, el Caffè Fiaschetteria Italiana 1888, de estilo Art Nouveau, hasta el museo L'oro di Montalcino - Il tempio del Brunello, instalado en el Claustro de San'Agostino, que expone el vínculo inseparable entre el vino y su territorio.