Resumen
Desde siempre, por Pistoya y por su subsuelo ha corrido el agua: también el arroyo Brana ha sido, según la memoria humana, un recurso hídrico precioso. A lo largo del Brana se habían asomado en la Edad Media los primeros hospitales, es decir, lugares refugio para los peregrinos que se dirigían a la catedral. El hospitalis que más arraigo tuvo en la ciudad fue el Ospedale del Ceppo, y fatalmente su historia se ha entrelazado a lo largo de los siglos con la del gobierno del arroyo.
Poco a poco, también la Pistoya de la superficie cambiaba sus barrios incorporando puentes, torres y murallas a la ciudad. Fue tras el sometimiento forzoso de la ciudad a Florencia cuando se decidió construir un nuevo y más amplio círculo de murallas. En ese momento, el curso del Brana ya no podía servir como foso, porque se encontraba en pleno tejido urbano: siguieron desviaciones y canalizaciones, hasta conducir el arroyo al lugar donde hoy se desciende con curiosidad para explorar el subsuelo.
En el lecho subterráneo, el agua también se usó en su momento para actividades laborales: así parece revelarlo una antigua almazara que probablemente debía servir al propio hospital. Las visitas que llevan a descubrir todo ello están gestionadas por el Istituto di Ricerche Storiche e Archeologiche, una institución cultural asociativa que se ocupa del campo desde las fases de diseño en colaboración con organismos públicos y universidades.
