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Arte y cultura
Agrigento y el agrigentino occidental

Agrigento, el Valle de los Templos y otras maravillas de la costa suroccidental siciliana

Tipología
car route
Número de etapas
7
Dificultad
Fácil

La inestimable herencia de la antigua Grecia, las influencias de culturas que han dejado su preciosa huella, los almendros en flor, los olivos centenarios y las chumberas, la buena comida y el mar azul, el espíritu hospitalario de sus habitantes, son algunas de las principales razones para visitar una de las zonas más antiguas de esta gran isla: Sicilia. El viaje para descubrir esta tierra llena de encanto y misterio solo podría partir desde Agrigento, elegida Capital Italiana de la Cultura 2025. El punto de partida de la visita será sin duda el atractivo y conmovedor Valle de los Templos, para luego explorar el territorio que se extiende hacia el oeste, la antigua Akrakas. La costa se abre hacia el mar de África con la magnífica y sorprendente Scala dei Turchi, la asombrosa Eraclea Minoa y la fascinante Sciacca; sin olvidarnos del interior con sus ondulantes colinas cuidadosamente cultivadas con viñedos, cítricos y almendros, además de la árabe Sambuca di Sicilia y la medieval Caltabellotta.

Agrigento

Agrigento

En el 580 a. C., los griegos dieron vida a la antigua Akrakas, entre los ríos Hypsas y el homónimo Akragas. Los combates y saqueos cambiaron el destino de la ciudad, que pasó a manos de los cartagineses, luego de los romanos, que la rebautizaron con el nombre de Agrigentum hacia el año 210 a. C., después de los bizantinos, los árabes y los normandos, conservando siempre el privilegio de ser durante mucho tiempo el lugar elegido por sabios pensadores y excelentes científicos, filósofos y poetas, pero también expertos en cuestiones técnicas. Agrigento conserva numerosas huellas de su pasado glorioso y atormentado: el núcleo medieval, en la colina de Girgenti, las calles serpenteantes típicas de las ciudades árabes, los edificios y las iglesias de diferentes estilos.

Desde el primer acercamiento visual, la ciudad muestra una imagen sorprendente y una doble alma. Esto se aprecia al llegar desde la carretera de la costa, cuando, en lo alto de la cresta rocosa que amortigua la pendiente de la colina, aparecen los templos de la antigua ciudad griega, la zona arqueológica declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Mientras, más allá de la pendiente salpicada de olivos y pinos, se divisa la ciudad nueva, dominada por la sugestiva Catedral de S. Gerlando, de factura medieval y aspecto «caóticamente» moderno. Antes de salir de Agrigento, date una vuelta por la elegante Via Etnea y, sobre todo, visita Santa Maria dei Greci, uno de los lugares con más encanto de la capital de Agrigento. Se accede subiendo por via Matteotti, o Bac a Bac (del árabe «saqueo», en recuerdo de la incursión a la que fue sometida), y finalmente por la escalinata de via Saponara.

Valle de los Templos

Valle de los Templos

Para Píndaro era la «ciudad más bella entre los mortales». Hoy en día, solo podemos imaginar su esplendor, pero contemplar lo que queda de los templos sigue provocando las mismas emociones que debió sentir Goethe durante su viaje a Sicilia. No es casual que la Unesco la incluyese en 1997 en la lista de Patrimonio de la Humanidad.

Aquí se retrocede realmente en la historia, y bastante: la mayor parte de lo que se puede admirar data del siglo V a. C. El estilo es el dórico, el más sencillo y antiguo de los órdenes arquitectónicos griegos, y los templos están construidos íntegramente con toba arenisca de conchas, la piedra caliza porosa de color amarillo intenso de la zona; de hecho, algunos restos de material blanco en las superficies sugieren que la piedra estaba cubierta con un enlucido de polvo de mármol. Alrededor encontramos una naturaleza intensa y salvaje de olivos, almendros y algarrobos.

Así, a primera hora de la mañana o al atardecer, para evitar caminar bajo un sol deslumbrante, nos movemos entre el templo dedicado a Hera Lacinia, que los romanos renombraron Juno, situado en la cima panorámica de la colina, y el de la Concordia, que recuerda al Partenón de Atenas y se erige como una de las obras más perfectas y mejor conservadas de la arquitectura dórica. A continuación encontramos el templo de Júpiter Olímpico, sin columnas elevadas pero con estatuas tumbadas en el suelo que parecen dormir. Además, podemos visitar el santuario de Deméter y Kore (siglos VI-V a. C.) y el templo de Cástor y Pólux, los Dioscuros: las cuatro columnas supervivientes se han convertido en el símbolo de Agrigento. Y por último, el Jardín de Kolymbetra, y sus cinco hectáreas de deliciosa vegetación entre paredes de toba.

La visita puede ser libre o guiada, o bien se puede seguir un itinerario inédito para descubrir el paisaje y los sabores del Valle. El recorrido es una iniciativa nacida en el ámbito del proyecto Diodoros, gracias al cual, desde 2005, se tutela y pone en valor el patrimonio artístico cultural paisajístico y agrícola de las fértiles 1300 hectáreas del Parque Arqueológico. Porque, si bien es cierto que los templos de Agrigento tienen un valor arqueológico e histórico de extraordinario interés, hay que saber que el terreno en el que se encuentran es fuente de una gran biodiversidad de olivos, vides, pistachos, almendros y otras variedades de la fruticultura siciliana. El proyecto Diodoros se ha ampliado hasta convertirse en una verdadera marca que vende los exquisitos productos del Valle de los Templos. Después de la visita, el Valle se convierte, en alguna ocasión, en el marco de espectáculos y conciertos nocturnos.

Scala dei Turchi

Scala dei Turchi

Se trata de un increíble acantilado en la costa de Realmonte, cerca de Porto Empedocle. La Scala está formada por marga, una roca sedimentaria de naturaleza calcárea y arcillosa, con un característico color blanco puro. El acantilado se eleva en medio de dos playas de fina arena, y para acceder a él hay que avanzar por la orilla y subir una pendiente que se asemeja a una gran escalera natural de piedra caliza. El nombre le viene de las pasadas incursiones de los piratas sarracenos que encontraban aquí refugio de los vientos.

Eraclea Minoa

Eraclea Minoa

Por la encantadora posición geográfica que ocupa, cerca de la desembocadura del río Platani, es uno de los emplazamientos arqueológicos más bellos de Sicilia. Las ruinas son las de una antiquísima colonia espartana dedicada a Hércules, largamente disputada entre Selinunte y Agrigento, conquistada posteriormente por los romanos en 210 a. C., pero abandonada quizá debido a un corrimiento de tierras. Las excavaciones han sacado a la luz tramos de la muralla, el teatro del siglo III a .C. y parte del barrio residencial, pero más allá de su consistencia, es sobre todo el evocador ambiente lo que recomienda la visita. En el anticuario local, los hallazgos desenterrados trasladan el origen del asentamiento aún más atrás en el tiempo, al revelar no solo la presencia de cretenses y fenicios, sino también de pobladores neolíticos.

Sciacca

Sciacca

Una bella y colorida ciudad, extendida sobre mesetas de roca que descienden hacia el mar, acoge a los visitantes entre las estribaciones calcáreas del monte Kronio, al norte, y el cabo San Marco, al oeste. La afortunada vocación termal y agrícola, a lo largo de las vicisitudes de la historia, ha dejado un notable patrimonio de iglesias y palacios. Se percibe de inmediato, incluso simplemente paseando por las calles del centro, la vitalidad de la artesanía local, especialmente de la cerámica, con la producción de jarrones y paneles murales de estilo renacentista, que se mantiene fiel al arraigo del arte cerámico en la zona desde la antigüedad, y especialmente en el siglo XV, en la característica gama de colores vivos amarillos, naranjas y turquesas. El Carnaval de Sciacca, con el desfile de carrozas alegóricas, es uno de los más antiguos y evocadores de Sicilia: en la periferia occidental de la ciudad, en via Fratelli Bellanca, también hay un museo dedicado al carnaval. Sciacca es también un importante centro pesquero, conocido por la calidad del pescado, que se exporta desde aquí a toda Italia. A pocos kilómetros de la ciudad se puede visitar el singular Castello Incantato, una especie de museo-jardín que custodia las esculturas de Filippo Bentivegna, un artista natural de Sciacca considerado entre los mayores exponentes del llamado art brut o outside art, que ha dejado en herencia a la ciudad las cabezas cinceladas en la roca.

No obstante, la mejor forma de conocer Sciacca es confiar en la «asistencia turística» de sus habitantes. En 2021, nació el Museo diffuso dei 5 sensi, un proyecto comunitario que reivindica la identidad y la belleza de esta ciudad. Gracias al esfuerzo de artesanos, comerciantes, alojamientos, restaurantes, asociaciones culturales y gremios, es posible visitar lugares que han permanecido inaccesibles durante mucho tiempo, como las cuevas termales, y participar en experiencias únicas y apasionantes, como trabajar la cerámica, diseñar y crear joyas de coral, fabricar máscaras de cartón piedra, preparar fruta «martorana», degustar aceites o cocinar platos típicos.

Sambuca di Sicilia

Sambuca di Sicilia

Se trata de un pueblo de origen árabe, llamado, hasta 1921, Sambuca Zabut, en referencia al castillo que el emir Zabuth hizo construir en la parte alta de la ciudad. El castillo quedó en ruinas, pero aún se conserva el conjunto de casas adyacente. Para testimoniar las raíces árabes, encontramos el intrincado tejido de los callejones sin salida y de los patios, que representa el ejemplo más interesante de urbanismo islámico en Sicilia. Entre los siglos XVI y XVII, se construyó la mayoría de las iglesias y palacios a lo largo de la avenida Umberto I, que se completó en el siglo XIX con varios edificios señoriales. A lo largo de la avenida llegamos a la Piazza de la Victoria, donde se encuentra la Chiesa del Carmine. En la parte superior del barrio sarraceno, en cambio, se encuentran la Chiesa Madre y el mirador, con una magnífica vista del campo. A 7 km al norte de Sambuca di Sicilia se encuentra elárea arqueológica de Monte Adranone, emplazamiento de una antigua ciudad griega fundada por colonos selinuntini en la segunda mitad del siglo VI a.C., cuyos hallazgos se conservan en el Museo Arqueológico del Palacio Panitteri. Toda esta riqueza histórica, artística y arquitectónica, ha hecho de Sambuca di Sicilia uno de los pueblos más bellos de Italia. Sin embargo, el riesgo de despoblación es muy alto. El Municipio, por lo tanto, se ha unido a la iniciativa «Casas a 1 euro», por lo que es posible comprar casas en mal estado al coste simbólico de un euro, con el compromiso de renovarlas dentro de tres años.

Caltabellotta

Caltabellotta

Desde lo alto de una roca dolomítica, el pueblo revela la preeminente función militar que ha desempeñado desde su nacimiento. Transmite una imagen de fuerza y fortaleza que contrasta con los suaves relieves de la costa sur de la isla. Debe parte de su fama a su poderío bélico, ya que fue aquí, el 31 de agosto de 1302, donde Carlos de Valois y Federico II de Aragón firmaron el tratado de paz que puso fin a la sangrienta guerra de las Vísperas Sicilianas, la famosa Paz de Caltabellotta. Antes de recibir el nombre árabe de Qal'at al-Ballut («roca de los robles»), era llamada Triocala, que significa «tres cosas bellas»; estas, según Diodoro Siculo, consistían en las ricas aguas de manantial, en los fértiles terrenos cultivados con viñas y olivos y el acantilado inexpugnable como protección natural. Son bienes preciosos, que la ciudad aún conserva, junto con el tejido urbano medieval, típico de un asentamiento de media montaña en el área mediterránea. Entre los edificios religiosos destaca la Chiesa Madre. A poca distancia, al oeste del pueblo, se puede visitar la Ermita de S. Pellegrino, cuya mole arquitectónica, situada en el lado occidental de la fortaleza, domina la ciudad desde las alturas. El complejo, que consta de una capilla del siglo XVII y la ermita anexa, ampliada en el siglo XVIII, se encuentra cerca de dos grutas superpuestas profundas, donde, según una antigua leyenda, vivía un dragón, que se alimentaba de los niños de Caltabellotta, al que el santo dio muerte para liberar a la ciudad. Dentro de estos santuarios rupestres hay algunos frescos del siglo XVIII, nichos y muebles rudimentarios que dan testimonio de la antigüedad del culto.

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