Resumen
Situada entre la cúpula de la catedral y el «piano nobile» del Palacio Real, la capilla, construida entre 1667 y 1673 bajo la dirección arquitectónica de Guarino Guarini, es un lugar de gran intensidad espiritual, independientemente de lo que se piense sobre la autenticidad de la Sábana Santa, la tela que, según la tradición, envolvió el cuerpo de Cristo en el sepulcro. Es indiscutible que el edificio fue concebido como un himno al misterio del ascetismo religioso, pero también que hubo que resolver no pocas dificultades de ingeniería para construirlo.
Después de que un grave incendio devastara la capilla en 1997, la Sábana Santa permaneció en la catedral, donde ya había sido trasladada para permitir los trabajos de restauración. La visita a la capilla forma parte del itinerario de exposiciones de los Musei Reali.
Al entrar, uno ve cómo la luz se difunde desde la estructura cónico-piramidal de la cúpula, sostenida por un alto tambor con seis ventanas arqueadas. En el centro, una paloma divina recibe la luz de las vidrieras ovaladas. El afán por divisar el juego de hexágonos escalonados que crean un efecto caleidoscópico de infinito, hasta llegar a la estrella de doce puntas, puede producir una sensación de vértigo. Las matemáticas tienen un significado preciso, ya que los números se basan en el tres, sus múltiplos y sus transposiciones geométricas.
La capilla está decorada con grupos de mármol del siglo XIX que representan a cuatro antepasados de Carlos Alberto de Saboya: Manuel Filiberto y el príncipe Tomás y, en la parte que da al palacio real, Carlos Manuel II y Amadeo VIII.
En el lado opuesto a la entrada, más allá de las cristaleras, se puede ver el interior de la catedral desde arriba; las dos escaleras de espejo que conectan los extremos de las naves con la capilla no son accesibles.
