Resumen
Castelbianco tiene un alma en la que conviven el mar y la montaña, dos elementos fuertes y arcaicos. Al llegar aquí ya se respira el aire de la montaña, pero el mar sigue estando cerca, como si hubiera acompañado al viajero a lo largo de la ruta, llevándole de la mano. El pueblo encanta por su gracia, restaurado tras el terremoto, fascina por la belleza de sus casas de piedra con sus características ventanas de marco blanco, y por los típicos caruggi empedrados. Rodeado de olivos, el pueblo está dominado por las ruinas del antiguo castillo de Clavesana que le dio el nombre al pueblo y todavía se pueden admirar los antiguos puentes de piedra que datan de la Edad Media con su típica forma de joroba. La naturaleza envuelve el pueblo, el paisaje deja traslucir su profundo verde y el silencio envuelto en belleza acoge a quienes buscan un lugar que sea un refresco para los ojos y el alma.
17030 Colletta SV, Italia