Situado en una colina detoba, Monterano domina los dos valles inferiores formados por el río Mignone y el río Bicione. Situado entre los Montes de la Tolfa y los Montes Sabatini, al oeste del lago de Bracciano, el antiguo pueblo se encuentra en el corazón de una reserva natural, a unos 2 kilómetros del pueblo de Canale Monterano.
Sepulcros etruscos, pequeñas cuevas y algunos pozos de agua hirviendo atestiguan la historia antropológica y geológica de esta tierra.
El punto de partida de la historia de Monterano se encuentra en el período etrusco, aunque solo quedan unos pocos testimonios.
Sometida a los romanos desde el siglo II a. C., Monterano vivió un periodo floreciente. Durante las invasiones bárbaras, la localidad se amplió y se dotó, además de con nuevas calles, con gruesas murallas.
Convertida en sede episcopal, la ciudad se convirtió en el centro más importante de la zona de Sabatina hasta que, con el traslado de la diócesis a Sutri, sufrió una lenta y progresiva decadencia que llevó al pueblo a contar con muy pocos habitantes.
El renacimiento del pueblo comenzó con la llegada de los Orsini, que en el siglo XVI adquirieron el feudo para luego alcanzar la cima con los Altieri, familia que tenía como miembro insigne a Emilio Bonaventura Altieri, convertido en papa bajo el nombre de Clemente X en 1670: el pueblo se enriqueció con notables obras de arte. La iglesia y el convento de San Bonaventura, la fuente octogonal y la fachada del palacio Baronale vieron la luz de la mano de Gian Lorenzo Bernini. Por desgracia, esta nueva vitalidad artística no duró mucho.
Con la muerte del papa Clemente X Altieri y la grave epidemia de malaria que afectó a la zona en 1770, la población y la historia de Monterano sufrieron un golpe terrible.
Pasó a dominio de la República Romana a finales del siglo XVIII, pero Monterano vio el final de su larga y fluctuante historia a manos del ejército francés, que la destruyó e incendió.
Como prueba de la gloria pasada quedan, entre las ruinas, monumentos de importante valor arquitectónico, como el palacio Baronale, la iglesia y el convento de San Bonaventura, construidos según los proyectos de Lorenzo Bernini, y numerosos monumentos construidos en diferentes épocas en una insólita y pintoresca combinación arquitectónica y paisajística: desde construcciones de época etrusca a imponentes elementos de época romana, desde las fortificaciones medievales al esplendor arquitectónico del periodo renacentista.