Gallese

El centro histórico de Gallese se alza sobre una meseta de toba que custodia el valle del Tíber.

Fundada como asentamiento falisco, población contemporánea de los etruscos, fue abandonada durante la dominación romana y trasladada a la llanura inferior. Con la caída del Imperio Romano y la amenaza cada vez mayor de las invasiones bárbaras, la población se trasladó de nuevo a la meseta, que era más fácil de defender.

Importante centro de la cristiandad, fue cuna de dos papas y se convirtió en dominio de las familias romanas más importantes y de otras como los Orsini, los Colonna, los Borgia y los della Rovere.

A lo largo de los siglos, se ampliaron las murallas y se construyeron iglesias y palacios, haciendo de Gallese un pequeño tesoro de belleza intemporal.

Merece la pena visitar la catedral y los numerosos palacios nobiliarios, y asistir a las celebraciones de San Famiano, con la famosa procesión histórica llena de figurantes, que forma parte de un entramado de actos, tanto musicales como folclóricos, entre los que destaca la Lluvia de Fuego: una sugerente cascada pirotécnica a lo largo de las murallas almenadas de Gallese.